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España España · Barcelona
Voto de Parisi:
2
Romance. Drama. Bélico En el verano de 1935, Briony Tallis (Saoirse Ronan), una precoz escritora de 13 años, cambia irremediablemente el curso de varias vidas al acusar a Robbie Turner (James McAvoy), el amante de su hermana Cecilia (Keira Knightley), de un crimen que no ha cometido. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no logro comprender la visión que pretende describir el director en esta película. Lo que sí tengo claro, es que sea lo que sea, el resultado no pasa de ser mediocre.
Es una lástima que tanta belleza visual, tanta descripción paisajística, incluso ese buen puñado de mensajes simbólico-románticos que se presagian en el primer metraje, se queden en puros ejercicios estilísticos, en una especie de rara adoración de la imagen "porque si".

Ya cuando la pequeña "niña bien" con ínfulas de escritora se pasea entre las columnas de madera victorianas, uno comienza a percibir que la cosa no va bien, en el sentido de la narración, quiero decir, ¿Por qué Joe Wrigth no se percata de que está abusando continuamente de la atención del espectador? ¿Por qué insiste en hacernos pasar por estúpidos, y nos ofrece un plato que se enfría por momentos, y que mete en el microondas constantemente? Eso podría resultar interesante, pero si lo hace alguien con la imaginación y la valentía pertinentes. Y no es el caso.

Estoy segura de que la historia da para mucho más, y creo que el director no ha creído o quizás no haya comprendido el verdadero meollo del asunto. La EXPIACIÓN no ha sido llevada a cabo. Eso sí, los gestos reprimidos, las miradas de deseo contenido, las flores de la habitación y el agua turbulenta, están en su punto de adobo ideal. Lástima que eso no sirva más que para recrear una sociedad en decadencia, y que el auténtico sentido de las inmensas emociones y contradicciones que conllevan esta historia, se pierdan en un mar de hilvanes mal cosidos, y en un extraviado sentido de lo humano para Joe Wrigth.
Es como pararse a observar una bella obra de arte, y cuando uno se acerca lo suficiente para querer sentir la pincelada del artista, resulta que el lienzo no es nada más que un poster. Un poster brillante, recien salido de la imprenta. Aunque en estos tiempos, es cierto que muchos no notarían la diferencia. Una pena.
Parisi
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