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España España · Barcelona
Voto de Parisi:
9
Comedia. Drama Dos hermanos, Wendy (Laura Linney) y Jon (Philip Seymour Hoffman), que no se han visto durante años, se ven obligados a convivir de nuevo para cuidar de su padre enfermo, con el que no se hablaban desde hacía veinte años. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy consciente de que no todo el mundo compartirá conmigo la idea de que los "Savages" de este mundo merecían que alguien les dedicara un espacio. Película que no gasta sus esfuerzos en gestos grandilocuentes ni búsquedas estéticas cinematográficas, donde el valor radica en la historia de las personas que la habitan, sin más.
Los Savages no pueden plantearse la vida como una búsqueda de la felicidad hacia ninguna parte. Sus vocaciones están intimamente ligadas al desapego y al reencuentro consigo mismos. Desde ópticas diferentes pero a partir del mismo abismo, los hermanos Savages hilvanan sus vidas desde una extraña desesperanza. Desde el aparente estoicismo del hermano hasta la lucha decadente-emotiva con la que lidia el personaje femenino, son a mi parecer, un contrapeso natural y caleidoscópico que constituye uno de los pilares de esta película.
Dos personas maduras que luchan a su manera en solitario, con un pasado y un futuro más que incierto, que no se han establecido familiarmente, que han recibido y siguen recibiendo decepciones, que tienen miedo, y que tienen que asumir la nueva entrada en sus vidas de un padre ausente y enfermo. No es precisamente un panorama de color de rosa para estos dos seres que en su interior mantienen un pulso cotidiano al que no nos tienen acostumbrados los filmes actúales.
Porque los Savages pertenecen a una raza de seres que, por su condición de no-pertenencia, de familia desestructurada, de ausencia de esterotipos, encarnan la paradoja del eterno devenir, de lo humano desprovisto de candidez, de la desnudez emocional. Algo que es necesario explicar.
Es interesante contemplar el filtro que utilizan los dos hermanos con sus inquietudes, transformando la acción artística en el medio de dar un sentido a sus vidas, cuyo resultado no es otro que el de continúar el camino de la soledad y el desapego. El regreso de la imagen del padre no tarda en poner las cartas boca arriba y sitúar a los personajes en un marco que actúa como revulsivo, sacándolos de la cotidianeidad y obligándoles a un replanteamiento de la relación con sus propias vidas y con sus relaciones más íntimas.
Y la magia?¿Como entrever la brillantez en un paraje vital semi derruído, habitado por personas cuyos colores se hayan desvahidos? Ese es el motivo por el que escribo esta crítica: Los Savages escriben su historia día a día, contemplando el interrogante y siguiendo adelante. Son conscientes de sus incapacidades y sus autoengaños, y no privan a nadie de su libertad. Hoy en día sus cualidades pasan desapecibidas, pero son un tesoro. Esta historia, que podría haberse quedado en una novela instalada en cualquier estante de librería, ha pasado al cine para que muchos podamos disfrutar de ella y de las fantásticas interpretaciones de Philip Seymour Hoffman y Laura Linney.
Un regalo y una forma de explicar que la vida es algo menos ruidosa y mucho más íntima y honesta.
Parisi
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