No estoy en condiciones de decir que "Acusados" sea la mejor serie de televisión en la historia del medio en España. Ni he visto todas las que se han producido y emitido ni puedo calibrar con exactitud detalles y matices que cambian con las circunstancias en que se ven las distintas obras audiovisuales a lo largo de los años. Pero lo que sí puedo decir es que, de entre las que yo recuerdo, "Acusados" es la más redonda.

Con una producción de lujo, impecable, del tipo que probablemente vamos a echar de menos dentro de muy poco tiempo, cuando se confirme la tendencia a consumirlas cada vez más en el ordenador (o procedente de él, vía Internet, tanto da) y, por tanto, con menos posibilidades de costearlas con publicidad, mientras no se alcance una forma alternativa de explotarlas, Acusados no sólo parte de una historia densa, sin desperdicio, sino que está narrada con una eficacia demoledora, sin devaneos de autor, pero también sin residuos costumbristas tan caros a las producciones nacionales y, en cualquier caso, con una exactitud en el guión que consigue resultados impactantes, una y otra vez, sin descanso, sin altibajos de ritmo, hasta culminar en un capítulo final (el 13º) de la primera y quizá única temporada absolutamente impresionante.

Y las acusaciones de plagio de "Damages", serie que aun no he visto, no pueden aminorar el mérito de la serie de Telecinco, puesto que ni una mera copia garantiza un resultado igualmente positivo, ni los numerosos elementos inequívocamente españoles en la ambientación y la caracterización de los personajes permiten conjeturar seriamente acerca de su mimetismo con respecto a la norteamericana.