Difícilmente una película que incluya niños y/o animales no va a ser bonita, y este es el caso: bonita y muy familiar, aunque nada excepcional se disfruta. Amé a Fred (el gato), la niña es adorable al igual que su pequeñp admirador. Nos muestra claramente que aunque un niño sea súper dotado, nunca dejará de ser niño, y que por lo tanto se le debe tratar de dar una vida lo más normal posible, y no arrebatarle su niñez por tratar de desarrollar al máximo sus talentos, que es el error que cometen muchos adultos. También debe desarrollar sus emociones y valores.
Hermosa la escena dónde sólo se ven las siluetas de la niña y su tío a contra luz del sol, así cómo el diálogo que sostienen.