Y a veces es mejor la falsificación que lo que se falsifica...
Ese parece ser el hilo conceptual que nos presenta un Tornatore, fresco pero apolillado, innovador pero atado al pasado, inteligente pero ingenuo como un niño pequeño.
El autor de la brillante Cinema Paradiso, regresa 25 años después al punto deslumbrante del arte, en este caso el pictórico, para contarnos una terrible historia de amor que no deja de ser una versión retocada de Pigmalión, de My fair lady, pero con el mundo de las pinturas antiguas de fondo.
Rush brilla como él sabe hacerlo, en un papel estirado y misógino, el de Mr.Oldman, que acude a una mansión tras la obra, el amor, tras la jovencita, perfecta Hoeks, que sufre agorafobia y necesita tasar sus obras de arte heredadas.
En medio de un ambiente asfixiante, hermoso, onírico, estos dos personajes desarrollan una interaccuación decisiva, en especial para Oldman, capaz de distingui perfectamente lo que es auténtico o falso en el arte, pero no en la vida.
Película de emociones, de silencios, de verdades camufladas, de mentiras que se obvian, La mejor oferta ha sido el gran éxito inesperado del cine italiano. Tornatore quiso distanciarse un poco de su narrativa italiana y pese a que gran parte de la peli está rodada en Italia, como no era posible mejorar, el reparto es eminentemente extranjero.
Lo mejor: Su atmósfera encantada, siniestra, fantasmagórica. Las interpretaciones, en especial la de Rush, amplia, bipolar y sincera.
Lo peor: La solución es demasiado fácil.
Aún así, brillante, mágica sin intentarlo y muy, muy recomendable...