El más que interesante Soter, director de Espiando a los detectives hace casi siete años se introduce en el género de terror con un guión que flojea y hace aguas pero que su capacidad de impactar y construir compensa con creces.
Una pareja de recién estrenados padres se muda a una casa en el campo para criar a su hijo. La idílica mansión acaba convirtiéndose en una casa de pesadilla cuando en la finca colindante comienzan unas obras y por el ruido no pueden dormir ninguno de los tres. La presencia de una extraña mujer, real o imaginaria, encarnada por la muy inquietante Lucresha Wells clon de la Béatrice Dalle de mi amada À l'intérieur tampoco ayuda mucho.
Durante la cinta uno se plantea que si es necesario un carnet para conducir una moto de 50, o para vender fruta en el mercado, si no sería de carácter obligado que para ser padres al menos hubiese que sacar un título.
El desgaste de la pareja va in crescendo y la locura lo envuelve todo.
Lo mejor: Lucresha Wells. La cámara rabiosa y loca.
Lo peor: Por momentos el tufillo telefilmero trata de colarse.
Gracias a Dios, no lo logra y el resultado es una muy interesante cinta de intriga y terror bastante recomendable.