Soy fan absoluto del buen cine de animación, que desengañémonos, no abunda últimamente por nuestras carteleras, entre repeticiones de ogros verdosos ya sin gracia, sobremesas amarillentas llevadas al cine y reiterativos experimentos sobre la misma fórmula, así que cuando vi Ratatouille lo hice con ciertas reservas... Ratones cocinando, París, Pixar... ¿No iría a ver un pastelón, bien cocinado-animado, eso sí?. Pues NO. Es esta una de las mejores pelis de animación que he visto nunca y lo tiene todo, todos los ingredientes, pongámonos pedantes, para agradar, convencer y conquistar a casi cualquier público, por exigente que este sea.
La historia es una más, ni mejor ni peor, la animación es absolutamente maravillosa, la música sorprende por lo adecuada y el tono Disney lejos de agriarnos la tarde ( a veces esas moralinas apolilladas ya huelen) nos la endulza sobre manera.
Durante casi dos horas volví a ser un niño, me sentí uno más en una sala repleta de ellos, y disfruté como hacía tiempo que no me sucedía en un cine, ante una película que, por lo inteligentísimo de su planteamiento casi asusta.
Pues eso, que como bien se han empeñado desde Pixar en hacernos saber, es una peli de ver en cine, nada de pirateos, que 6 euros es un precio más que ajustado a cambio de salir repleto de buenas intenciones, con una semisonrisa que dura y dura y con las reminiscencias presentes de la tán lejana y perdida ya inocencia infantil.
Un diez redondo.
Una obra maestra contemporánea a disfrutar casi más por padres que por niños.
Lo mejor: Todos y cada uno de los personajes, tán bien retratados que parece mentira estar viendo seres animados, la música, algún que otro gag desternillante.
Lo peor: Que compita en cartelera con otros dos o tres bodrios de dibujos animados con mucho más tirón, porque desde luego es la mejor peli de animación de los últimos años.