Así son los franceses a veces. Es cierto que defenderé a capa y espada-cimitarra sumeria el cine de acción y terror franchute. Y también el del alemán raro, raro, raro, Herzog, que me parece un moderno, valiente y adelantado prohombre, de esos que si vienen los extraterrestres de M. Night S. se salvará de la exterminación para ser objeto de estudio.
El documental es real y objetivamente bonito.
Pero, como español que soy, la cueva francesa me parece menos digna de elogios que la desconocida vergonzosamente casi de El Soplao, en Cantabria. No es la más grande, ni la más pintarrajeada, pero es una auténtica maravilla para cualquier espeleólogo con mínimos conocimientos.
Estalactitas y estalagmitas blancas como marfil conviven con otras negras y con excéntricas o helictitas que no se conocen en ninguna otra cueva, ni siquiera en esta de los sueños olvidados... Así como los nidos de pisolitas o perlas de las cavernas, patrimonio casi nacional nuestro.
Pero imaginen la acogida de un docu español sobre El soplao... Y sus resultados en taquilla... Ahí sí que nos llevan y llevarán siempre la delantera las producciones francesas, porque ellos sí que aman su cine de verdad y luchan por una industria abocada a la muerte prematura.
Bravo entonces por Werner, bravo por el valiente cine francés y bravo por el 3D justificado.
Pero amigos, tenemos una cueva IMPRESIONANTE al alcance de la mano, así que no salgan sorprendido de cuanto encuentren en el documental. Ahí, les llevamos la delantera de lejos.
Y sin necesidad de hablar de Altamira...