Tras su paso por Sitges sin dejar demasiada huella, parece que finalmente tendrá estreno nacional una de las películas más estrafalarias, extrañas y maravillosas de los últimos años del festival. Juega con unas bazas muy, muy difíciles de sacar a flote, la religión en la novela negra no ha tenido demasiada fortuna, pero Fernández Calvete no sólo saca a flote una película rodada de manera primorosa, con una fotografía espectacular y unas interpretaciones realmente buenas, destacando una Agustina Lecouna en estado de gracia. Un pueblo perdido en Argentina, una policía con un secreto que la atormenta, un niño con capacidad para ver el pasado tocando una foto y una serie de muertes extrañas, por combustión expontánea, en las que aparece la que parece ser la mismísima Virgen María.
La película trata magistralmente el tema de la venganza, el plato que se come frío, el placer de los Dioses, que como bien dice la protagonista, al igual que el amor, sólo es dulce al principio.
Lo mejor: El componente místico cuando deja de serlo.
Lo peor: Una producción asi de cuidada, con una buena promoción detrás podría haber sido un bombazo. Es una vergüenza que con la cantidad de bodrios que plagan nuestras carteleras no se le busque cabida a un cine diferente, de calidad y más que disfrutable.
Si en el reparto estuviera Darín, en vez de la chorrada esa de Tesis sobre un homicidio, ésta sería la peli argentina del año, sin duda.
Absténganse: Marianos meapilas, puristas del cine negro y mentes pensantes que todo quieren comprenderlo.
A los demás, al menos fijo que les resulta interesante.