Se veía una buena serie, que iba a descubrirnos el mundo de las mafias de la frontera. Esperábamos ser testigos de operaciones antinarcóticos llenas de sorpresas, o quizás de alguna interesante teoría sobre la desaparición de mujeres en Ciudad Juárez. Pero no, al final de la primera temporada, todo se reduce al viejo truco de un sicópata, que no tiene nada que ver con el entorno que nos quiere vender la serie, enojado con el policía protagonista, por un tema absolutamente personal.

Con esta serie, las productoras gringas dan un nuevo paso, en el abuso del recurso del sicópata que lo sabe todo, que se ríe de cuerpos de policía enteros, que los manipula como muñecos y que va siempre varios pasos delante de ellos.

Y de la patología siquiátrica de la protagonista femenina, que se suponía un elemento importante en la trama, y que en un comienzo le ponía por lo menos un toque entre tierno y divertido, no queda mucho, no tiene ningún impacto en el desarrollo de la historia, y uno termina preguntándose para qué lo inventaron?.