Cuando uno piensa ver una película titulada ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’, debe empezar por agarrarse bien a la butaca porque las curvas prometen ser legendarias. En el film, y como era de esperar, lo que primó por encima de todo fue la acción y los efectos especiales. Además, hacia la mitad del metraje y hasta su final, su ritmo fue muy alocadamente parecido a ‘Van Helsing’, por poner un ejemplo. Y no sólo me recordó a esa película en en ese aspecto… sino también en su alma y manera de ser.

No se le puede negar a esta cinta sus buenas localizaciones y unos efectos estupendos, pero todo lo demás es bastante superficial, en donde la trama es una mera excusa al servicio de la espectacularidad. La generación del efecto digital disfrutará mucho con la sucesión de locuras que aparecen en pantalla, pero el que busque indagar un poco más en el asunto, poco va a poder llevarse al bolsillo.

Comentar que, al margen de lo expuesto, un servidor la disfrutó bastante, puesto que no sólo se deja ver sino que te engancha con sus idas y venidas, y con algún que otro giro argumental bastante conseguido. Sus buenas escenas de acción y, sobre todo, su buena dosis de sangre y violencia, hacen que si eres consciente de lo que tienes delante, puedas acabar pasándotelo muy bien con ella. Eso si, puristas abstenerse.

En definitiva: 'Abraham Lincoln: Cazador de vampiros' es una cinta sin mayor aspiración que entretenerte y dejarte seducir por sus buenos efectos, sus buenas dosis de hachazos a los chupa sangres y su interés por ver cómo acaba todo el lío en el que se está enmarañando el film. Cierto que muchos ni eso salvarán...

-Lo mejor: Dejarse llevar...

-Lo peor: No dejarse llevar...

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