‘Max Payne’ es una película diferente a todo lo que estamos acostumbrados a ver. Lo que más llama la atención es el apartado visual, que resulta oscuro, sombrío, amenazador, siempre nevado en clara sinfonía al estado anímico de Max, que se ha convertido en un ser frío. Además, la película hace valer los juegos de luces y sombras para conseguir su propósito, es decir, intensidad, acción y suspense.

El videojuego siempre fue famoso por su comentado tiempo bala en sintonía total con “la saga Matrix”. Y como no podía ser de otra manera, la película hizo gala de dicho efecto. Proviniendo de donde proviene hubiera sido relativamente fácil cagarla con el uso desmesurado de dicho efecto, pero por suerte lo usaron con cuenta gotas y de un modo que ni te das cuenta… de tal manera que cuando lo hacen es todo una gozada.

Una de las bases del film es la corrupción, hasta donde llega, sus límites (si es que los tiene) y cómo es capaz de destruir vidas, vidas felices. La película en si se basó en un núcleo emotivo realista, gran parte del cual es transmitido por la aventura de Max en busca del asesino de su esposa e hijo. Tanto Max como su odisea están definidas por este suceso traumático y las extrañas "Valquirias" que aparecen son un elemento más que añadir a todo esto, no la parte resultante sino más bien una clave para descifrar lo que está ocurriendo.

En definitiva: 'Max Payne' es un buen espectáculo para la vista que cuenta con unos decorados dignos de una película de cine negro. Además, sumar muchas persecuciones, tiros a bocajarro y extrañas Valquirias.

-Lo mejor: Su ambientación y acabado visual.

-Lo peor: Reducción de la violencia y la sangre para dejarla en un PG-13... y más teniendo en cuenta que el videojuego era para mayores de edad.

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