‘Donnie Brasco’ fue, y esto a posteriori, la gran despedida del cine de gánster o cine negro clásico tal como fue redefinido desde ‘El Padrino’ (The Godfather, 1974, Francis Ford Coppola). Tras ‘Donnie Brasco’, el cine de gánsteres ya no regresaría de la misma forma, sino de nuevo renovado y pasado por el filtro de directores europeos (Guy Ritchie) o sudamericano con ‘Ciudad de Dios’ como máximo exponente.

Este film también significó la despedida de Al Pacino del género que le dio la fama con la ya citada ‘El Padrino’. Una despedida a lo grande con una interpretación llena de matices, gestualidad al servicio del papel, cinismo y una enorme carga de melancolía. Esta película también fue el triunfo de Johnny Depp. Un Depp que venía de ser considerado un paria durante los 90s, donde no encontraba su camino ni como estrella de taquilla ni como figura independiente. Su gran papel le valió volver a la primera plana, por lo menos durante algunos años. Pero no sólo destacaron Al Pacino y Johnny Depp, también hay que alabar la labor de Michael Madsen, James Russo, Bruno Kirby, Anne Heche y Robert Miano.

El guión viene firmado por Paul Attanasio, desde las memorias del personaje real sobre el que se basa la película. Estamos ante un libreto maestro, lleno de diálogos gloriosos, ingeniosos, de retos verbales y de soliloquios tremendos. Una historia de traiciones, de perdedores, de sueños rotos, de oportunidades perdidas y de un hecho que el propio Brasco/Pistone nunca celebró.
La esencia del cine de gánsteres está presente en cada escena, y la ambientación en las calles y en lugares comunes del género hacen ganar muchos puntos al film. Digna de alabar la partitura de Patrick Doyle, otra partitura ganadora despues de la de ‘Atrapado por su pasado’.

En definitiva: La última muestra del cine criminal americano en los años 90. Un film notable en todos sus aspectos, que no glorifica los actos sino que los presenta tal cual al espectador, dejando la línea que separa a los que sirven y protegen contra los que infringen la ley no tan lejana como se presupone. Recital de Al Pacino y enorme labor de Johnny Depp en una de sus más contenidas y sentidas interpretaciones.

-Lo mejor: Su ambientación de los años setenta. Los actores. Su excelso guión. Su tono nada alentador ni glorificante.

-Lo peor: Técnicamente no se le pueden poner muchos peros a la labor tras las cámaras de Mike Newell, pero uno piensa en lo que hubiese hecho Sidney Lumet, De Palma o David Cronenberg con este material y entonces se da cuenta de la impersonalidad del trabajo del británico.

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