Tras el éxito de las dos anteriores películas ‘Mad Max: Salvajes de autopista‘ y ‘Mad Max 2: El guerrero de la carretera‘; Hollywood se decidió finalmente a co-producir una tercera entrega, esta vez con algunos actores norteamericanos, con la difícil misión de igualar o superar lo filmado anteriormente. Esta vez encontramos una vaga referencia a la película de William Golding, ‘El señor de las moscas’, en cuanto a ese aspecto mitológico que rodea a la tribu de niños que Max encuentra. Unos niños que son fácilmente identificables con los Lostboys de “Peter Pan” y que encarnan la nueva esperanza de un mundo consumido por la violencia.

A diferencia de ‘Mad Max: Salvajes de autopista‘ y ‘Mad Max 2: El guerrero de la carretera‘ en esta entrega no se da un papel protagonista a los vehículos o las persecuciones, y la acción se sitúa entre los muros de "Negociudad", alcanzando su cénit en la fantástica lucha de Max contra un descomunal esbirro. Es sólo en en el tramo final cuando la película retoma el espíritu de la saga en todo su esplendor.
El concepto de western futurista que había caracterizado las entregas anteriores desaparece en gran medida en esta película la cual da un salto posicionándose dentro del genero post-nuclear, con ciertos toques épicos. También se pone de relevancia que la justicia como tal no existe, y que los conflictos entre dos personas se solucionan radicalmente dentro de un coliseo bizarro y algo tosco llamado "Cúpula del Trueno". La inclusión de la "Cúpula" y las pocilgas del submundo es una forma original y efectiva de trasladar la acción a un lugar cerrado tras dos películas “exteriores”. De esta forma, "Negociudad" es una evolución lógica dentro de ese mundo post-nuclear, plagada de gente que ha perdido gran parte de su humanidad.

Respecto a la tribu de los niños, he de decir que realmente es uno de los puntos más interesantes de la película: toda la mitología alrededor de un tal Capitán Walker (el supuesto salvador que ha de llegar). La manera en la que hablan y sus recuerdos sesgados de un pasado que ya no existe forman una imagen fascinante. Se convierten, además, en el vehículo de redención de un Mad Max que lleva años solo y vagando sin encontrar un sentido a su existencia.

La verdad es que esta película tiene un mérito no reconocido por casi nadie… Porque recordemos que en la primera película se nos presentaba un mundo violento y despiadado, y en la segunda el futuro que se mostraba aún era más pesimista. Aquí, en cambio, se plasma con éxito un futuro esperanzador que insinúa una luz en la oscuridad.

-Lo mejor: La evolución de Mad Max, convertido en héroe a su pesar, y su enfrentamiento en la Cúpula del Trueno.

-Lo peor: La esencia de esta saga, centrada en la carretera y las persecuciones de coches, queda desdibujada.

-Más en: www.cineycine.com