El film de Ritchie está bien diferenciado en dos partes. La primera es la más divertida y burlona, donde se ve a un Sherlock Holmes en su salsa audaz y divertida juntos a su escudero Watson. Curiosamente, la mayoría de extractos mostrados en el tráiler pertenecen a lo que se nos ofrece en esta primera mitad del film. La segunda mitad hasta el final ya es otro cantar, siendo donde empieza la película a ponerse en serio, yendo de menos a mucho mas, mostrándonos porqué ha valido la pena ir al cine a ver dicho film. Está segunda parte cuenta con grandes “pros” y “contras” que hacen que no supere al primer film, pero que tampoco se quede por debajo del nivel de su antecesora.

La palabra diabólico es la que se me ocurre para describir a Moriarty, un personaje calculador, inteligente y que intimida. Me ha gustado porque es un villano que realmente me ha hecho pasarlo mal, porque supera con creces al que había en el primer film (Lord Blackwood) siendo éste más despiadado y peligroso al conocer los puntos débiles del protagonista a la perfección, lo que siempre le ha otorgado una gran ventaja. Y Holmes era consciente de ello, de que no puede con él. Y eso me ha gustado bastante. Ver que cada vez que había un cara a cara entre ellos se respiraba tensión en el ambiente, como si curiosamente de una partida de ajedrez se tratara. Sí, porque paradójicamente sus movimientos son muy semejantes a los que realizan en una partida de ajedrez en la que cada uno intenta prevenir cual será su siguiente movimiento. Estén atentos, porque el ajedrez aquí juega un papel importante.

También destaco como en su anterior film, la gran maestría con la que nos vuelven a mostrar una ambientación creíble en la que el espectador llega a introducirse y al igual que los propios protagonistas, va viendo los cambios que se van produciendo como el hecho de pasar de carros a vehículos motorizados u el principio de las armas semiautomáticas como la Luger P08, entre otras cosas.

Lo maravillado que me he quedado al ver a un villano en condiciones, quizás equilibra la balanza al ver que en otras cosas han pecado demasiado cometiendo errores garrafales. Por ejemplo la resolución que se le da al personaje que interpreta Rachel McAdams no me ha gustado. Y quizás en eso ustedes estarán de acuerdo conmigo en que el desenlace de dicho personaje podría haber sido mejor.

Un guión poco perfilado que se deja cosas en el tintero pero que con las interpretaciones logra disimularlo. Aún así el plan que intenta llevar a cabo Moriarty me ha recordado un poco al de Sebastian Shaw de “X-men: Primera generación” (2011), donde sus objetivos eran parecidos. Su primera parte está cargada de adrenalina, ya que no deja tiempo al espectador para ir asumiendo todo lo que va sucediendo hasta que los propios personajes se toman un respiro ante tantos sucesos seguidos.