Si bien muchos consideran que Frozen está sobrevalorada como película de animación, como película de Disney, como película comercial como tal, yo opino todo lo contrario: me parece infravalorada, incomprendida, y creo que muchos de sus detractores vivos y racionales surgen debido al paso del tiempo.

Frozen es brillante; no tengo mejor (ni peor) forma de describirla. No creo que esté al nivel de Aladdin (John Musker y Ron Clements, 1992), o del rey león (Rob Minkoff y Roger Allers, 1994), pero me parece una de las mejores películas que Disney ha hecho hasta hoy, tal vez dentro de un top 4 o incluso un top 3.

Tiene todo lo que hace de un buen cuento "un buen cuento": originalidad, moraleja, giro, entretenimiento, ... Frozen propone una historia reimaginada (La reina de las nieves, de Hans Christian Andersen) con nombres distintos, con un mundo diferente, con un título desigual, pero no se descentra de su objetivo, ni de su esencia, ni de qué pretende ser realmente: una historia apta al buen cine de animación.

Todos podemos amar a Disney, pero como pasa con Star Wars (desde su trilogía original, a la cual incluyo), se trata de un sustantivo propio de películas que carece de originalidad como tal. Las películas clásicas de Disney son amadas por la gran mayoría (me incluyo), y nadie pone en duda el magnífico trabajo que la compañía ha hecho durante todos estos años, aportándonos preciosas películas, algunas mejores que otras y una que eleva la cabeza como el titán del tiempo (El rey león), pero en la mayoría de ocasiones, sin originalidad. Con Frozen, esto no pasa.

Frozen aporta algo nuevo a la forma de Disney de relatar sus historias: no se limita a la muerte de su villano como todas las películas, no se limita a ofrecer mujeres necesitadas o fuertes, no se limita a, por lo general, una sola pareja. Frozen juega con el espectador.

Para los que hayan visto la película, cojamos el ejemplo de Anna: su historia romántica es un punto brutal, porque hasta ahora no habíamos visto un giro argumental como el que sucede cerca del final en una película de Disney; no había habido un cambio de situación tan brusco, tan oscuro en sí mismo. Algo me dice que el nombre de Hans va dedicado al propio autor de la historia original, porque es precisamente en él, en su relación con Anna y en sus ambiciones donde reside la mayor fortaleza del guión: romper esquemas.

La gran mayoría de cosas que Frozen hace son buenas: Elsa es una buena protagonista, Anna es una buena protagonista, Kristoff es un buen protagonista, y Hans es un magnífico villano, tan bueno en su género y tono como Kylo Ren lo era en El despertar de la fuerza (J. J. Abrahams, 2015) y en Los últimos Jedi (Ryan Johnson, 2017): algo distinto, con un nuevo enfoque, con motivaciones interesantes.

Y no todo se limita al guión: pese a tener cosas malas, Frozen también lo hace bien en el apartado técnico, en el apartado audiovisual, en crear un mundo precioso que todos nosotros querríamos visitar. Incluso un castillo que surge de una moraleja tan oscura como las motivaciones que mueven a Elsa a crearlo es acogedor, y como (casi) todas las demás localizaciones del filme, se queda en nuestras mentes y en nuestro corazón y nos obliga a considerarlo como "el hogar".

Sé cuántos espectadores aman Frozen; sé todo lo que ha vendido (pese a que esto también me parezca exagerado), sé el boom que ha habido, pero creo que, a nivel más serio, a nivel de crítica, de cine, está infravalorada. Vedla: es una película sin igual.