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Voto de Demetrio Rudin:
9
Thriller. Intriga Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad de Berlín. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos. (FILMAFFINITY)
8 de mayo de 2006
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Referirnos a M, el vampiro de Düsseldorf, es referirse a una de las obras cumbres de Fritz Lang dentro de su carrera europea. Lang, autor de títulos magistrales que contribuyeron a la creación del cine tal y como lo conocemos hoy, es uno de los directores más expresionistas de la segunda etapa pre-fílmica, obras como: Metrópolis o Los Nibelungos, son buenos ejemplos de su filmografía plagada de éxitos, tanto comerciales como de crítica. La vida de Fritz Lang también resulta objeto de análisis: ejerciendo una elevada influencia sobre jóvenes actrices y siendo sospechoso de la muerte de su esposa. Pero volviendo a nuestro cauce, definiremos a M, el vampiro de Düsseldorf, como una obra maestra, inigualable en ciertos aspectos.

La película inspirada en un personaje real, el asesino en serie Peter Kürten, atrapado un años antes del rodaje del film, nos traslada a la ciudad alemana de Düsseldorf, objeto, de una horda de asesinatos de niñas que mantiene en alerta a toda la población. Esta historia supone un fiel reflejo de la sociedad alemana de aquel tiempo; una sociedad infestada de demonios, en la que lentamente empieza a avanzar el nazismo con paso firme. Además de este retrato tan crudento, la película viaja a través de la mente del ser humano, sacando a relucir la peor cara de la persona. El guión hace hincapié, también, en una mirada crítica hacia un sistema totalitario, que niega el derecho de un juicio justo al criminal.

La densa atmósfera de la trama, se dibuja de forma excelente, mediante una plasmación expresionista, que ejerce un gran control sobre lo visual. Los planos largos, con encuadres obsesivos y enfermizos, acrecentados por una sublime fotografía de Fritz Arno Wagner, logran crear un clima de inseguridad, que encierra al espectador en un estado de constante tensión. Peter Lorre realiza, a pesar de sus cortas apariciones en pantalla, la mejor interpretación de un criminal en toda la historia del cine; esos ojos saltones y ese rostro desfigurado durante el juicio, jamás podrá ser imitado. Resulta curiosa, la falta de un protagonista definido de la historia, cada secuencia presenta a un personaje distinto, de tal forma que el público puede llegar a perderse fácilmente dentro del reparto del film. La melodía que silva Lorre, durante algunas escenas, es obra del compositor Grieg, siendo el elemento sonoro más característico de todo el metraje.

M, el vampiro es para gran parte de la crítica el más grandioso trabajo de Lang en toda su carrera; la película se muestra todavía hoy tan fresca como en su estreno, siendo una lección vital de cómo rodar un film en… ¡1931! Es una verdadera lastima que este indispensable título se hallara censurado durante tanto tiempo.
Demetrio Rudin
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