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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
8
Musical. Drama. Romance Ambientada en el París bohemio de 1900. Satine, la estrella más rutilante del Moulin Rouge, encandila a toda la ciudad con sus bailes llenos de sensualidad y su enorme belleza. Atrapada entre el amor de dos hombres, un joven escritor y un duque, lucha por hacer realidad su sueño de convertirse en actriz. Pero, en un mundo en el que todo vale, excepto enamorarse, nada es fácil. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2005
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rica en matices, en colorido, en sensualidad, en luces (y sombras), en caricias al iris y, especialmente, en fulgurantes melodías que aprovechan nuestras canciones para convertirlas en su historia.

Nos encontramos ante un musical, difícil de encajar pues rompe muchas normas, pero fácil de tararear, pues se sirve de una bonita historia de amor para encandilarnos a través de famosas baladas que alguna vez hemos canturreado, que alguna vez hemos creído.

Flashes psicotrópicos, ingenua frivolidad, cabareteras bailando (dibujadas como escorzos de Toulouse Lautrec) y una banda sonora que parece perseguir un único mensaje: las canciones de amor son atemporales, y esto funciona igual al conmovernos con los temas que escuchaban nuestros abuelos como en el caso poco probable de que nos hicieran llegar poesía escrita por nuestro bisnietos.

El amigo McGregor, como Christian, aspirante a escritor en el ´Art Nouveau´ del Paris de principios del siglo pasado. Nicole Kidman, como Satine, la más deseada de las artistas y cortesanas del Moulin Rouge, desbordante de sensualidad y glamour. Finalmente, el eterno dilema del amor más ñoño frente al materialismo con rostro de Richard Roxburgh, como el duque, aspirante y admirador de la chica y potencial mecenas del célebre local parisino. El enfrentamiento entre el escritor y el duque no se hace de esperar, si bien se vive en la abnegación de Satine, a priori la más mundana del trío, finalmente la más idealista.

Sin tiempo para descubrir si la historia se nos hace previsible, sin aire para considerar la consistencia de los personajes, las voces de los protagonistas nos conducen por fascinantes números musicales, la presencia de Kidman pide más metros de pantalla y la precisión derrochada en el guión hace encajar muy afortunadamente conocidas letras de temas populares.

Un juego tan policromático puede presentar tonalidades chocantes o, simplemente, fuera de lugar. En particular, el personaje de Toulouse Lautrec comporta poco más que el nombre, lo cual resulta sorprendente dada la compleja y sugerente personalidad del pintor. Tal vez, para una película apta, musical y abiertamente superficial, era ya demasiado pedir.

Reventaría de no mencionarlo: me cae simpático un tipo que nos va preparando durante un buen tramo de historia para su versión de ´The show must go on´, de Queen, cómo no. Sin duda, la banda sonora dará más que hablar.
zoquete
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