Llega la tercera entrega de la saga Crepúsculo, pero esta vez tenemos tras las cámaras a un director con talento que ha sabido hacer un producto medianamente digno, teniendo en cuenta la historia con la que contaba.

Efectivamente, Eclipse, no formará parte de esta nueva ola de terceras partes que superan con nota el nivel de sus predecesoras, como pueden ser los casos de las recientes Star Wars: Episode III o Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Sin embargo, David Slade ha dado cierta consistencia (y coherencia) a una historia que en su última parte nos dejó a la mayoría al borde de la irritación.

Dentro de los aspectos más interesantes de la película, me gustaría mencionar especialmente como se han abordado los personajes secundarios, concretamente algunos miembros de la familia Cullen. Ahora, sabemos algo más sobre su pasado y entendemos el por qué de algunos comportamientos o actitudes que han mantenido en las previas entregas. Además, los “neófitos” que aparecen, tienen bastante más presencia que los vampiros que han aparecido con anterioridad, aunque no llegan (ni de lejos) a aterrorizar. También me ha gustado como Slade aporta algo de sentido del humor a la historia, algo que brillaba por su ausencia en la saga Twilight. Suponemos que el director de Hard Candy se toma este encargo con algo de ironía, a sabiendas que está destinado a hacer cosas más importantes.

Pero por desgracia, no se puede sacar más de donde no hay. La historia del triángulo amoroso entre Edward, Bella y Jacob no interesa nada. Bella no atiende a ningún tipo de lógica en su toma de decisiones, así como el inexpresivo Jacob está tan obsesionado por su amada, que su comportamiento roza la esquizofrenia. Edward, siendo el personaje más interesante, acaba siendo cansino y reiterativo.

Por otro lado, da la impresión de que las escenas de acción podían estar algo más conseguidas, resultando un tanto manidas y poco originales.

Yo la recomendaría casi exclusivamente a fans de los libros de Stephenie Meyer y a todos los que quieran pasar el rato con un anodino blockbuster veraniego.