El universo, creador de belleza inmutable, de preguntas sin respuestas y de respuestas que no necesitan preguntas. Esta atrevidísima, compleja y densa película, te dejará atónito de una manera u otra. Sitúa al espectador a lomos de un caballo sin rumbo galopando a través de imágenes y sucesos que susurran poesía y que generan todo tipo de sensaciones, malas y buenas, hiriendo y cicatrizando en la memoria. Para mi gusto sobran unos 20 minutos de la historia de la familia, demasiado reflujo, se hace un poco pesada, es cierto, pero te lanza tan alto que vale la pena la caída. La música, fotografía y efectos especiales son sencillamente excelentes y los actores también dan la talla. La perfección existe durante la primera hora más o menos, la imperfección el resto de la película. Única en su especie, junto con aquella obra maestra de un genio llamado Stanley, que en el fondo desean lo mismo, reafirmar el motivo de que el cine sea el séptimo arte.