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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de darth_matu:
1
Drama Ángel (Ovidi Montllor) es un cazador furtivo que vive en un bosque con su madre (Lola Gaos), una mujer tiránica y violenta. En uno de sus escasos viajes a la ciudad, conoce a Milagros (Alicia Sánchez), una chica que ha huido de un reformatorio y que es la amante de un delincuente llamado El Cuqui. Ángel la protege y la lleva a su casa. La animosidad de la madre hacia Milagros, así como la atracción que Ángel siente hacia ella desembocarán en un drama. (FILMAFFINITY) [+]
14 de marzo de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás una de las escenas más escalofriantes de la historia del cine no pertenezca a una película de terror.
Está presente en "Furtivos", la obra maestra de José Luís Borau de 1975.
En ella, Lola Gaos, madre posesiva enfermiza, encolerizada porque su hijo ha llevado a casa una novia comete un acto difícil de comprender: Con un palo mata a golpes a una loba que habían atrapado porque estaba comiendose distintos animales de las granjas del lugar.
Lo espeluznante surge luego. La loba no era loba, sino un perro, pero el crimen fue real.
Allí es donde aparecen las estupefacciones, las preguntas, la incomprensión.
¿Que puede llevar a un equipo técnico entero, a un director, a una actriz que en ese momento tenía mas de 50 años a cometer esa atrocidad por el solo hecho de realizar una escena de un filme?
A lo largo de los años desde que la ví por primera vez he hecho en numerosas ocasiones intentos de comprender, de ubicarme en el contexto, de tratar de no caer en la simple descalificación de considerar como unos hijos de puta a los autores de la matanza del pobre inocente.
Era la España destrozada, la de la muerte de Franco, una España perdida, deambulante, que no sabía si festejar o llorar la muerte de su tiránico padre que durante 40 años había sostenido su autoridad con mano de hierro. La de los culos, las tetas, la cocaína, el caballo, toda una galería de exhibicionismo y frivolidad de esa población infantilizada que salía a la calle, que habitaba las noches sin restricciones, la España del "destape".
Ese libertinaje abrupto narcotizaba y extraviaba, confundía, se quería mostrar todo, se quería ser auténtico, tras 40 años de represión, de mentiras, de propaganda falsa, de oscurantismo, había una rabia contenida, furiosa, supurante contra la ficción, contra la coartada, contra el "como si".
Y como suele suceder con los pueblos liberados a sus potencias brutal y repentinamente no tardan en convertirse en turbas conducidas por las pasiones y la irracionalidad, esa omnipotencia de la niñez que está condenada a terminar en tragedia, destinada a lastimar y a lastimarse. Eso también fue parte del plan de los poderes hegemónicos que asolaron y asolan a España. Este filme, esta escena es el mejor ejemplo para no considerar como virtuoso ese supuesto grito de liberación llamado "Destape".
"Furtivos" es una película extraordinaria, hecha con una tristeza, con un dolor que se impregna en la naturaleza del verde y ocre del norte español, de nieve, de lluvia, de frío, de un tiempo histórico reciente pero que resulta muy lejano a la vista de hoy, esa España que ya no era negra por su rodaje en color pero que la oscuridad del profundo interior del país, de la ignorancia, de la brutalidad parecía todo el tiempo amenazar con apagar la gama de colores propia del entorno y de los ambientes tenuemente iluminados.
Sin embargo no puedo. No puedo dejar de pensar en esa escena. Cuando se rompe el tejido de la ficción e irrumpe el horror de lo real, intencionalmente o no, ya no podemos volver a creer en la ficción, ya no puede sostenerse, todo se desmorona bajo las tempestades de lo ominoso, de lo que viene del infierno de la condición humana.
Es como la pornografía, cuando los actores y actrices entre escenas de sexo explícito intentan sostener recreaciones de una ficción que se vuelve precaria, burda. Nadie cree en ese teatro porque nuestra subjetividad ha quedado colonizada por la fuerza de la genitalidad, de lo real, de lo que destruye la virtualidad necesaria para la elaboración de toda ficción.
Borau, Gaos y compañia cruzaron ese límite y se sumergieron en las fauces del horror. Y lo hicieron por una especie de militancia estúpida y tan en boga en aquellos años por el realismo, por la autenticidad. Eso los convirtió en asesinos sin condena, los convirtió en lo que más odiaban, en lo que querían denunciar a través de este filme.
"El camino al infierno está lleno de buenas intenciones".
Es la primera vez que me sucede que no sé si calificar con un 10 o con un 1 a una película. Que sea el 1 como ínfimo acto de justicia contra ese pobre perro apaleado.
darth_matu
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