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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de darth_matu:
9
Drama. Intriga. Ciencia ficción El doctor Julio Denis es un médico psiquiatra y trabaja en un neuropsiquiátrico. Un día llega al hospital un joven, Rantés, que dice ser un ser de otro planeta. Lo trata como paranoico, pero Rantés irá introduciéndose en su vida, haciéndolo dudar de si realmente está loco, con lo que, sutilmente, lo obliga a replantear su vida y profesión. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2009
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me jodan, cuando Eliseo Subiela hizo esta película no estaba en la Argentina híper inflacionaria, en plena reconstrucción social y psicológica luego de la masacre de los años 70 y mamando una escuela de cine naturalista de planos secuencia largos que mucho buscan decir y nada transmiten cayendo en la tantas veces reiterada “filosofía barata”. No, no, a mi no me lo cuenten, Subiela volaba por una de las lunas de Júpiter o por los anillos de Saturno cuando ideó esta maravillosa historia, pues a quien podía ocurrírsele que en un país devastado económicamente y con un Estado casi ausente en lo que financiación de filmes nacionales se refería (aunque también en todo sentido) hacer una cinta de un extraterrestre que encerrado voluntariamente en un manicomio busca salvar a los más débiles de la humanidad, aquellos que no tienen oportunidad en un sistema neoliberal que comenzaba a mostrar sus hilachas más espinosas y crueles en toda Latinoamérica. Que con sus miradas perdidas y su insensibilidad natural se llama a sí mismo una proyección espacial de lo que realmente es, logra conmovernos hasta erizarnos la piel (la escena del himno a la alegría quedará guardada en la historia de la filmografía) y convencer a un escéptico Dr. Denis, hasta llevarlo a la real certeza de no saber la naturaleza de ese tal Rantés que tenía delante suyo el cual por muchos indicios no pertenecía a este mundo aunque por algunos otros era un ser enfermo, de pasado tenebroso y muy necesitado de afecto y compasión. Con un guion absolutamente descollante, plagado de diálogos de profundidad sociológica (mas que diálogos, monólogos de un congelado poeta de inertes ojos de tiburón interpretado por un sensacionalmente sobrio Hugo Soto), una banda sonora oscura y futurista provista por una de las luminarias de la música nacional como Pedro Aznar, y de la mano de un director que nació en la transgresión y con una impronta propia que lo señalaban como una distinción en un opaco cine argentino, “Hombre mirando al Sudeste” se ubica entre las 10 mejores producciones de este país, solo ensombrecida por una muy pobre dirección de actores que, con excepción del ya mencionado Soto, conformaron interpretaciones tan vacías como cuadradas e infantilmente leídas como las de Lorenzo Quinteros e Inés Vernengo.
El resto, pura magia, pura ciencia-ficción sin un solo efecto especial, pura poesía sin una sola prosa, pura emoción sin una sola lagrima.
darth_matu
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