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Voto de coronel kurtz:
9
Drama Tras un inocente juego en la playa junto a sus compañeros de clase al comienzo del verano, la vida de cinco jóvenes hermanas huérfanas de un pequeño pueblo turco cambia radicalmente. Disgustados por la supuesta inmoralidad en el comportamiento de las chicas, su abuela y su tío deciden tomar medidas que garanticen la virginidad y pureza de las cinco hermanas, así como precipitarlas hacia su destino de futuras esposas. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2016
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mustang representará a Francia en la gala de los Oscar como nominada a la Mejor Película de Habla No Inglesa, pese a tratarse de la opera prima de la directora turca Deniz Gamze Ergüven. ¿Es este un dato relevante a la hora de afrontar una crítica? No mucho, pero teniendo en cuenta que mi conocimiento de la cinematografía turca se reduce a la joyita trash y psicotrónica Turkish Star Wars, un desopilante exploit del blockbuster de George Lucas, se comprenderá mi alivio por encontrar ciertos referentes que me permitan contextualizar.

Porque, evidentemente, Mustang está en las antípodas temáticas y estilísticas y también en cuanto a excelencia creadora, al tratarse de una hermosísima película de denuncia social. Una película trágica, dramática, triste y dura, de las que, tirando de tópico, te ponen un nudo en la garganta. ¿Por qué es hermosa entonces? Lo es porque la directora ha optado, sin ahorrarnos crudeza, por introducir no pocos pasajes gozosamente vitalistas (incluso humorísticos, en ocasiones) que alivian la gravedad de lo tratado, como corresponde a una realidad poliédrica en la que hasta las circunstancias más adversas tienen su contrapunto amable.

La historia narra el drástico viraje sufrido en la vida de cinco hermanas adolescentes (con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años), que pasan de llevar una existencia alegre y desenfadada en un entorno rural de la Turquía profunda a ver como sus vidas se convierten en un régimen carcelario, rejas y alambres de espino incluidos. El punto de inflexión viene dado por un chivatazo acerca de las supuestas conductas inmorales de las hermanas en su relación con los chicos, inmoralidad que se reduce a inocentes juegos propios de su condición juvenil, pero que es considerada por la abuela y el despótico tío que ejercen como tutores tras la muerte de sus padres como un oprobio merecedor de la mayor de las reprobaciones, explicitada en una forzosa reclusión hasta el natural abandono del núcleo familiar debido a la habitual práctica del matrimonio concertado.

El relato nos llega desde el punto de vista de Lale, la más pequeña de las hermanas y también la más díscola y rebelde, que asiste entre asombrada e indignada a ver como los juegos, trastadas, confidencias, esperanzas y sueños compartidos mutan en abusos, sometimientos, humillaciones y vesanias a cargo de un régimen patriarcal que actúa como filial del infierno en la Tierra.

¿Cómo es posible soportar tanta sinrazón y arbitrariedad? Pues gracias al voluntarioso pacto con la vida que las hermanas firman (aunque el derrotismo también haga mella en ocasiones), empeñadas en acceder a parcelas de libertad pese a que ello acarreé riesgos en forma de severos castigos. Este aspecto está muy bien tratado en la película, permitiendo incluso que la sonrisa asome en nuestro rostro de espectadores sobrecogidos (véase la escena en que las hermanas asisten clandestinamente a un partido de fútbol).

Pero son muchas y muy variadas las virtudes a ponderar: un esmerado retrato de personajes jóvenes y adultos, una radiante y luminosa fotografía que contrasta con la oscuridad de los acontecimientos, una radiografía del papel subalterno al que las mujeres se ven relegadas y que aceptan estoicamente como el peaje a pagar por la preservación de las buenas costumbres (hasta que se produce la fractura generacional) o la presencia de la lejana Estambul como una especie de Shangri-La y oasis libertador. Todo ello sostenido por un elenco actoral en estado de gracia, con mención especial para las chicas, debutantes casi todas.

Resulta difícil sustraerse a la tentación de señalar analogías con Las vírgenes suicidas, de Sofia Coppola, porque las hay. Pero en “Mustang” laten el vitalismo y la esperanza, imponiéndose la posibilidad de abandonar una desgraciada existencia que no siempre lo fue para abrazar una vida merecedora de considerarse tal, aunque para ello el precio a pagar haya sido tan desmedidamente oneroso. Aunque para ello haya que escapar de ese metafórico túnel negro en el que un desdichado día decidieron recluir a cinco hermanas.
coronel kurtz
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