Ayer me dispuse en mi sofá a ver esta película por la tele. A priori esperaba encontrarme con una mezcla entre “En el nombre del Padre” y “El Retorno del Rey” (El Señor de los Anillos), y aunque el film se acerca mucho a esta última se aleja completamente de la de Jim Sheridan. Nada que ver. Sólo había sido un espejismo.
Según trascurren los minutos me fui percatando de que el objetivo del guionista había sido incluir en El Señor de los Anillos a personajes de otras razas humanas, por ejemplo negros. Y me llamó la atención porque en las películas de aventuras fantásticas no suele haber negros y puedes llegar a echarlos en falta. ¿Por qué Légolas no podía ser negro o chino o moro, gitano y todas esas razas que juntas construyen a nuestra especie? Ese es el tanto que se apuntan Glenn Benest, David Freeman y Doug Taylor nada más empezar la película. Pronto me di cuenta de que no se iban a apuntar ninguno más y que toda la película se iba a acabar convirtiendo en una parodia del Señor de los Anillos.
Esta película también nos abre los ojos sobre Jason Statham. Ese actor que sólo sabe conducir cochazos mientras reparte palos a diestro y siniestro, pues también es capaz de repartir palos sin el coche.