Woody Allen se alejaba por primera vez para rodar íntegramente fuera de su amada Nueva York y llegó casi por casualidad a Londres, la cual convirtió en todo un símbolo, como ya hizo con Manhattan.
Desde Berkshire hasta Covent Garden, el neoyorquino trata su particular reflexión del azar y su influencia en la vida diaria de cualquier ciudadano. Utilizando como simbología y metáforas el tenis y la ópera, expresa todo un mundo aleatorio e incierto donde el protagonista, Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers), un irlandés que emigra a Inglaterra en busca de un futuro mejor, utiliza todas sus habilidades al alcance para ascender en la vida.
Así pues llevará un doble juego entre Chloe, hermana de Tom Hewett, alumno de las clases de tenis de Chris, y ambos de familia bien posicionada; y Nola, joven estadounidense aspirante a actriz con mala fortuna, novia de Tom.
Chloe le ofrece un mundo de posibilidades, es amable y simpática, le hace evolucionar en el trabajo gracias a las influencias de su padre y le alcanza un estatus que siempre había soñado, pero la sensual Nola le representa el amor y el deseo sin reparos, el atrayente mundo pasional, bohemio y liberal.
Y con este juego abierto, el partido irá "in crescendo" hasta que la situación dual sea insostenible y deba rematar el partido en una dirección u otra.
'Rigoletto', 'La Traviata', 'Macbeth', 'Il Trovatore' u 'Otello', entre otros, serán el testigo sonoro de las acciones y pensamientos de Chris, haciendo del ya de por sí delicioso aspecto visual, la interesante historia y la estupenda narrativa, un placer para todos los sentidos. Completan las referencias culturales Dostoievski y su "Crimen y Castigo".
Una magnífica película del neoyorquino que hace resplandecer Londres como nunca, donde la ambición y el poder tendrán su particular duelo contra el amor y el deseo, en el cual el azar será el que tenga la última palabra.