El ya no prometedor, sino despuntante Joe Wrigth (estoy seguro que nos volverá a regalar más joyas cinematográficas) nos otorga una maravillosa película que sin duda, en el futuro será recordada como un clásico.
¿Qué por qué es tan espléndida? Pues bien, ya no sólo por su gran historia de amor, que te llega al alma como si te fuera en ello la vida; ni por su hermosa fotografía, merecedora de más reconocimiento del que ha tenido por la Academia, ni la excelente banda sonora que irradia genialidad la mires por donde la mires y la escuches por el oido que la escuches; ni sus buenas actuaciones con alguna incluso grandiosa; ni siquiera su aroma a película épica, guión acertado, vestidos preciosos, paisajes sublimes y una secuencia que quita el hipo (todos sabemos que es la de la playa), ya no sólo por todo eso... si no que además, como plato estrella de un gran banquete, esconde un drama ya no romántico de toda la vida, si no también con trasfondo psicológico.
Un personaje, a priori secundario, resurge de sus cenizas, Briony Tallis, para darnos una lección que no deberíamos olvidar jamás: los errores se pagan caro.
Y no me refiero a la cárcel o trabajos forzados... si no al remordimiento. A las púas de nuestra cabeza que cuando menos te lo esperes te rozarán, agujerearán y rasgarán hasta que sangres y sepas que aún están ahí. Para que no las olvides nunca.

(*)EMPIEZA SPOILER(*)
La culpa y su imposibilidad de recompensación, ya no por algo hecho mal para sí mismo, eso quizás pudiera superarse, si no el error hacia el prójimo y sus terribles consecuencias. Si eres medianamente sensible y humano, destrozar la vida de alguien te come por dentro, y si encima es una pareja, un amor fuerte e intenso, todavía más si cabe. Y eso aquí se cuenta con un tacto inaudito, tanto que sales destrozado de la sala... destrozado por pensar que estas cosas suceden de verdad.
¿Cuantas veces no habremos influido en la vida de los demás? ¿Cuantas veces no habrá sido para mal? ¿Habremos cambiado radicalmente la vida de una persona de bien para mal? ¿Hasta que punto podemos expiar nuestras culpas o reponer el daño hecho?
Esto ya sin nombrar los corazones que han matado las balas y las miserías de la guerra... eso ya aparte.
(*)ACABA SPOILER(*)

Conclusión: para ver con los ojos, escuchar con el alma y guardar en el corazón. El tiempo la pondrá en su sitio.

PD: puestos a dar enseñanzas, hace otra muy buena y por la que pienso, además de lo dicho ya, debería ponerse en las escuelas y universidades. Y es sobre la sexualidad en general, que ya está bien de censurarla y malinterpretarla. ¡Coño!