Poco puede decirse ya de Oldboy que no se haya dicho antes. Hay quien la encuentra fascinante, hay quien la considera aburrida, hay quien no la entiende... Como toda crítica, supongo que depende del punto de vista de quien la escribe.
Para mí, y tratando de ser lo más imparcial posible, Oldboy es una película excelente, porque no es ni más ni menos que un poema cinematográfico, en el que cada elemento está diseñado para componer una pieza de arte, que puede tener más o menos sentido, que puede gustar más o menos, pero que debe ser considerada como eso, como una lírica de la venganza. Hay quien se para a considerar temas como la verosimilitud (eso que Hitchcock tanto odiaba), el ritmo o la nacionalidad, pero a Oldboy se le debería despojar de todo eso, y limitarse a asistir a la contemplación de un cuento bien narrado, bien interpretado y bien construido dentro de su lógica interna, el mejor cuento que quizá se haya rodado sobre la venganza, porque contiene todos los ingredientes básicos para obtener el honor de poder ser catalogada de esta forma: doble línea argumental, un anti-héroe espectacular, un villano genial, tiempo límite, y lo mejor, la paciencia, que es el ingrediente básico de toda venganza.
Si a esto le sumamos un pilar argumental y un golpe final que ningún productor americano se atrevería a abordar (y eso ya es un mérito a reconocer a esta película) la obra de arte está servida.
Vean Oldboy como se admira una catedral en el contexto del arte. Como una aplicación perfecta de la arquitectura... en el arte de la venganza.