Lo más curioso de esta película que vi, es que el director es Ben Stiller. Si hubiese interpretado él, el papel de Jim Carrey habría dado mejores resultados. Hasta cierto punto el Jim Carrey hace gracia en esta película, pero ya sus gestos y caras te dan pesadillas. Nada que ver este tío, con el Jim de Como Dios, Olvídate de mí o El Show de Truman. Hay una transformación total. Este personaje realmente es siniestro, y ya da miedo abrir la puerta a cualquier funcionario. Regularcilla la película.