Ripstein en su madurez toma un tema tabú, poco hablado y tan interesante como la actividad sexual de las personas mayores y hace una película personal, de una duración excedida y de poco ritmo. Repara en momentos menores que se podrían haber cortado y eliminar media hora o un poco más que le sobra a la película.
Filmada en blanco y negro, como sus primeras y sus más recientes películas, nos narra la vida de un matrimonio que tiene una dinámica atravesada por el machismo y las costumbres de la sociedad mexicana. Son dos viejos, jubilados, con una relación de dominio del hombre sobre la mujer a través de gritos y abusos diarios. Ellos se mienten para salir, mientras Beatriz se escapa a clases de tango, él se escapa con su amante más joven. Mientras tanto en la casa, hace años que trabaja una mujer con ellos haciendo las tareas de la casa.
Beatriz se siente deseada cuando le gritan que es una prostituta, que excita a los hombres y allí el marido el recuerda que estuvo con otros hombres antes que él y pasa a enojarse por ello.
La dirección elige la luz de forma magistral, los decorados y las actuaciones son muy buenas, mas no así el guion; tiene altibajos soporíferos, detalles innecesarios y momentos prescindibles.
Es destacable el brillante humor negro en esta película, descomprimiendo de buena forma la tensión generada.