La película no está entre las destacadas de las filmografías de ninguna de las cuatro estrellas que copan el cartel y ciertamente, no se puede decir que sea una gran cosa. Pero está hecha en la época de máxima cotización de cada una de ellas y tiene en cada secuencia el aroma del irresistible cine de entonces. Es muestra de esa habilidad que tenía el Hollywood clásico para enganchar con situaciones melodramáticas, protagonizadas por personajes puros y esquemáticos hasta lo increíble, conformando historias que, si uno se detiene a analizar fríamente, rechaza por disparatadas e infantiles, pero que parecen funcionar mientras el espectador se deja llevar. La acción sigue a los amigos perforadores de pozos de petróleo Clark Gable y Spencer Tracy durante varios años a través de Texas, Okhalhoma y Nueva York. Tan pronto se enfadan como se reconcilian, tan pronto se ayudan como se pelean, tan pronto se enriquecen como se arruinan o se juegan una propiedad de pozos petrolíferos a cara o cruz. Compiten por el amor de Claudette Colbert, y Tracy, después de haber sido el rechazado, intercede para que Gable no rompa su matrimonio víctima del indudable magnetismo de la intrusa Hedy Lamarr.