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Voto de Capitan Ahab:
10
Drama Estados Unidos, años 30. En plena Depresión económica, John y Mary, una pareja joven que vive abrumada por las deudas y el desempleo, abandona la ciudad y se establece en una granja abandonada. A pesar de la inexperiencia de John, deciden explotarla. Y este proyecto se hará realidad a medida que vayan llegando a la finca personas de los más diversos oficios que huyen de la miseria urbana. El resultado es la creación de una cooperativa ... [+]
2 de julio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo ejemplo de la épica que proponía el new deal de Roosevelt. En la línea más abiertamente propagandística del cine de Hollywood, la película lanza una contundente e irresistible llamada a la heroicidad en lo civil. Heroicidad, sin duda, con la finalidad de que el ciudadano medio volviera a creer en sí mismo, pero, sobre todo, -aunque eso, naturalmente, no se decía- para que sacara las castañas del peligroso fuego en que la Gran Depresión las había metido y pudiera regresarse a la situación en la que tanto se le había exprimido y relegado. Temática y estéticamente, el director King Vidor se acerca mucho a los maestros del cine soviético. El drama de la pareja protagonista tiene poco que ver con los de otras películas estadounidenses sobre la depresión (como Las uvas de la ira). No hay trabajo psicológico ni conflictos personales. Los personajes son simples tipos representantes de la clase obrera norteamericana del momento. Todo se planea y se resuelve colectivamente, como en el cine de Einsenstein. La única diferencia es que, en lugar de aspirar a la transformación de la sociedad e invocar al marxismo, los personajes invocan el espíritu de los pioneros americanos y su objetivo es sólo sobrevivir a la depresión y volver así a creer en la vida. Dentro del estupendo nivel general de la película, destaca el momento en que el protagonista convence al resto de los cooperativistas para que caven con sus propias fuerzas un canal de dos millas, a fin de que el agua de una presa cercana riegue sus cultivos. Todos se ponen manos a la obra en una ejemplar secuencia de épica colectiva, que Einsenstein o Pudovkin no se hubieran negado a firmar, donde, para corregir los defectos de la improvisada canalización, los hombres se tiran al suelo, impidiendo con su cuerpo que el agua salga de madre, y clavan sobre la marcha, como mejor pueden, las rudimentarias barreras del cauce que van trazando.
Capitan Ahab
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