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Voto de Martes Carnaval:
8
Drama Walt Kowalski (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea (1950-1953), es un obrero jubilado del sector del automóvil que ha enviudado recientemente. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Es un hombre inflexible y cascarrabias, al que le cuesta trabajo asimilar los cambios que se producen a su alrededor, especialmente la llegada de multitud de inmigrantes asiáticos a su barrio. Sin ... [+]
14 de abril de 2009
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podrá extrañar el título de este comentario, pero el término "religioso" tiene una pluralidad de significados, de los que me quedo con tres:

1. Moderado, parco.

2. Fiel y exacto en el cumplimiento del deber.

3. Perteneciente o relativo a la religión o a quienes la profesan.

La primera acepción se ajusta como un guante a una película magistralmente contenida, empezando por la expresividad de Eastwood en su interpretación del personaje de Walt, que marca la tónica de toda la narración. Contenida por el carácter de la etnia hmong. Contenida por el limitado alcance de la trama —sólo las armas necesarias para que la acción fluya nos sacan de un mundo reducido a lo personal y a lo doméstico—. Contenida, por último, por su inmanencia: la película es en realidad la historia de una doble metamorfosis interior; la de Walt que desde su espléndida soledad se abre a un mundo que despreciaba porque desconocía o desconocía porque despreciaba; y la del joven Thao que logra superar su destino gracias a Walt. Creo que es ésta la parte más floja de la película: a pesar de las dos horas de duración no consigue hacer verosímil este cambio de crisálida a mariposa del "atontao" de Thao.

La segunda definición de la palabra religioso se justifica por la personalidad de Walt: héroe de guerra, trabajador ejemplar y marido modélico, austero y disciplinado, que vive en un mundo espartano de valores tradicionales. Sin contar con esta forma de ser no se hubiera podido ofrecer ese insólito final de la película.

En cuanto al tercer significado de la palabra, la religión está muy presente en la cinta.

Primero, porque, etimológicamente la palabra "religión" viene del verbo latino "religare", ("ligare": ligar, atar, y "re": partícula que se pone para denotar que se intensifica la acción, aunque también se podría traducir por volver a). El significado de "religare" sería así, atar fuertemente, amarrar. La película no deja de ser la historia del anclaje afectivo, amarre sólido y duradero —hasta lo familiar—, con unas personas a las que se había ignorado largamente

Segundo, por los oficiantes de las dos religiones que ni se entrecruzan ni se estorban: el bisoño sacerdote católico y el chamán de la familia hmong. Los dos tienen una gran importancia en la trama de la película. El primero, porque hace de contrapunto de un Walt, escéptico en cuanto a la religión en lo que tiene de rito pero no en cuanto al humanismo que debiera darle su razón de ser, y porque es elegido como cooperador inconsciente, pero necesario, para la puesta en práctica de la elaborada estrategia última de nuestro héroe. El segundo, porque desde la lejanía de sus creencias espiritistas le abre los ojos a Walt, en lo que quizás constituya el punto de inflexión en su manera de ver la vida.

Y tercero, porque la película nos habla de inmolación, muy acorde con los días que acabamos de vivir.

Película pues religiosa, y no por un solo concepto.
Martes Carnaval
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