Es una bobadita, con un poco más de calidad que la mayoría de estas tonterías de género. Jason ha heredado de su abuelo, pero para llegar a la meta, tendrá que pasar una serie de pruebas.

Abigail Breslin hace de la ridiculez infantil un buen apartado. Roza en todo momento lo repipi, sin... asombrosamente hundirse en ello. La película es tontorrona, predecible y absurda. Contiene todos los elementos para dormir una buena siesta, aunque Drew Fuller logra que te fijes en lo bueno que está y te olvides, un poco del resto.