Existen grandes películas que relatan historias mínimas, sencillas, aunque no simples. Y en ocasiones tropezamos con otras, que quieren resultar grandes desde su pequeñez y se hunden en su nimiedad, dentro de esa insignificancia, que al finalizar te hace maldecir el tiempo perdido.

Infierno Blanco, es una película, trivial y escasa... aunque la duración sea larga... Su pobre desarrollo dentro de un argumento tan escueto, insuficiente y limitado; nos hace desear que tome uno de los dos únicos caminos posibles: Que progrese o finalice. Y ese final tarda, reiterando escenas que no dicen nada y cuentan aún menos.

Liam Neeson, concreto y eficiente, sin forzar en ningún instante, su maquinaria interpretativa.