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Irlanda Irlanda · Dublin
Voto de daci:
1
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
18 de septiembre de 2011
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya cuando vi entrar a gente con palomitas a El árbol de la vida empecé a sospechar que algunos no sabían dónde se metían. Los dos o tres que abandonaron la sala a la media hora, en cambio, lo vieron claro: que el trailer -el más tramposo de los últimos tiempos- se la había jugado. Los de las palomitas siguieron a lo suyo pero intentando no hacer mucho ruido; más que avergonzados por romper la quietud proveniente de la pantalla, por concentrarse y averiguar qué carajo significaba el volcán o esos dinosaurios ahí de repente. Por fin, tras bastantes resoplidos o suspiros, el letrero postrero de written and directed by Terrence Malick fue recibido con risitas y abucheos ahogados por los supervivientes, que parecieron quedarse con el nombre del autor de Illinois para no volver a ver una película suya en la vida.

Esta es la crónica de mi experiencia el viernes pasado en la proyección de El árbol de la vida: un título ante el cual la crítica especializada y numerosos espectadores de todo el mundo han caído rendidos, saludándolo como una obra maestra similar a los grandes clásicos de la historia del cine, y compadeciendo a los pobres ignorantes que ni comprenden ni comparten su fervor. Sin pensar en que cada espectador es un mundo, y que lo mismo no tiene por qué gustarnos de igual grado a todos.

Un servidor disfrutó sin fanatismos de Malas Tierras, Días del cielo o La delgada línea roja, aunque ya El nuevo mundo me pareció un film de bella factura pero que bordeaba peligrosamente la pretenciosidad y el aburrimiento; un aviso de que a Malick se le podía acabar yendo la olla del todo con tanta mirada a su ombligo. Por desgracia, mis temores se han confirmado con The tree of life, otra sobredosis del Malick más críptico disfrazada de genialidad y que, más que provocarme el síndrome de Stendhal que a muchos parece haberles estimulado, lo que hizo fue obligarme a ver enseguida Casablanca por si moría de repente tras salir de El árbol de la vida y esa quedaba como la última película vista de mi ídem.

Bueno, quizá esto último sea una exageración -en realidad la vi 3 horas después- pero lo que sí es cierto es que Malick sigue fabricando películas para sí mismo sin pensar mucho en el público, dando la impresión de haber oído mal aquello que decía Hitchcock “para mí el cine son 400 butacas por llenar” y creer que de lo que se trata es de vaciarlas.



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daci
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