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Intriga. Thriller. Drama
Esteban Espinosa (Ricardo Darín) es un hombre honrado, aunque taciturno y hosco. Es un taxidermista que, aislado en su taller, dedica el tiempo a dar apariencia de vida a la materia muerta. Pero, detrás de sus ojos fríos, arde un deseo oculto, una extraña obsesión en un hombre honrado: durante los últimos años, una y otra vez, ha imaginado y planeado los golpes más perfectos y brillantes, fruto de una inteligencia que, según él, lo ... [+]
31 de marzo de 2008
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de suspense, engancha desde el primer momento. La fotografía y el clima que es capaz de generar, lo más destacable. La pareja Darín-Bielinsky repite tras "Nueve Reinas".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Las películas, como otros relatos, pueden tener su origen en una nimiedad. Basta una imagen. Una idea. El aura yo la creo concebida con la siguiente: un hombre epiléptico que sueña con atracos. Eso y más es el personaje de Ricardo Darín.
Nuestro protagonista se dedica a la taxidermia (diseca animales), posee una excelente memoria y pierde su tiempo imaginando atracos que nunca lleva a cabo. Pero un día, tras un trágico accidente, aquella imaginación cobra visos de hacerse real.
La película no pierde tensión en sus 126 minutos de metraje. Con un principio que descoloca al espectador, nos introduce la epilepsia del personaje de Darín. Cada ataque epiléptico está precedido del aura, que es una sensación o fenómeno de orden cutáneo, psíquico, motor, etc. Pero es que el aura también es el halo que rodea a Darín, que baila con la más fea y logra salir indemne.
Una gran virtud de la narración es que siempre elude ser explícita. El taxidermista lee lo que parece una carta de despedida de su mujer, nunca lo llegaremos a saber. La cámara eligió, acertadamente, el rostro de Darín. A veces intuimos más que sabemos. El aura es suspense y como tal sabe gestionar la información.
El taxidermista, por otro lado, tiene una peculiaridad que mantiene durante toda la película. El no hace las cosas, sino que las cosas le hacen a él. Incluso los actos más decisivos son fruto de una corriente invisible que los recorre. Nunca entra en juego la voluntad. El personaje de Darín podría decir: yo soy mis circunstancias, en lugar de yo soy yo y mis circunstancias.
Los personajes están trazados magistralmente. El viejo y el que probablemente será su último asalto. El matón. Los hermanos. Todos encajan y se nos hacen tan normales, que lo único fantástico del filme es que no sea real. La película deja la sensación de que aquello que la hace real es lo fantástico. El misterio se persona para dar voz a los personajes y mostrar, más que hurgar, su lado opaco.
Un valle sin domesticar es el marco ideal de la historia. Con personajes desgarrados (la chica) y salvajes (los cómplices de Dietrich).
El aura es buen cine porque: sabe contar una historia, se atreve con una narración pausada y engancha hasta la médula. Pero, sobretodo, hace algo que yo he intentado infructuosamente en este escrito, genera climas, sensaciones; que transmiten más que mil diálogos. Llega más lejos que la palabra.
La recomiendo.
Nuestro protagonista se dedica a la taxidermia (diseca animales), posee una excelente memoria y pierde su tiempo imaginando atracos que nunca lleva a cabo. Pero un día, tras un trágico accidente, aquella imaginación cobra visos de hacerse real.
La película no pierde tensión en sus 126 minutos de metraje. Con un principio que descoloca al espectador, nos introduce la epilepsia del personaje de Darín. Cada ataque epiléptico está precedido del aura, que es una sensación o fenómeno de orden cutáneo, psíquico, motor, etc. Pero es que el aura también es el halo que rodea a Darín, que baila con la más fea y logra salir indemne.
Una gran virtud de la narración es que siempre elude ser explícita. El taxidermista lee lo que parece una carta de despedida de su mujer, nunca lo llegaremos a saber. La cámara eligió, acertadamente, el rostro de Darín. A veces intuimos más que sabemos. El aura es suspense y como tal sabe gestionar la información.
El taxidermista, por otro lado, tiene una peculiaridad que mantiene durante toda la película. El no hace las cosas, sino que las cosas le hacen a él. Incluso los actos más decisivos son fruto de una corriente invisible que los recorre. Nunca entra en juego la voluntad. El personaje de Darín podría decir: yo soy mis circunstancias, en lugar de yo soy yo y mis circunstancias.
Los personajes están trazados magistralmente. El viejo y el que probablemente será su último asalto. El matón. Los hermanos. Todos encajan y se nos hacen tan normales, que lo único fantástico del filme es que no sea real. La película deja la sensación de que aquello que la hace real es lo fantástico. El misterio se persona para dar voz a los personajes y mostrar, más que hurgar, su lado opaco.
Un valle sin domesticar es el marco ideal de la historia. Con personajes desgarrados (la chica) y salvajes (los cómplices de Dietrich).
El aura es buen cine porque: sabe contar una historia, se atreve con una narración pausada y engancha hasta la médula. Pero, sobretodo, hace algo que yo he intentado infructuosamente en este escrito, genera climas, sensaciones; que transmiten más que mil diálogos. Llega más lejos que la palabra.
La recomiendo.