Harry el ejecutor, The enforcer en inglés, dirigida por James Fargo y Robert Daley del año 1976 es la tercera entrega de la exitosa saga de películas protagonizadas por Clint Eastwood interpretando al agente de policía Harry Callahan, ampliamente conocido como "Harry el sucio" por el título de la primera película de esta saga.

Personaje mitificado que cuenta con innumerables fans ya desde el espectacular bombazo de Harry el sucio, dirigida por Don Siegel en 1971. Clint Eastwood, actor y director de reconocido prestigio tuvo unos inicios como actor no del gusto de todo el mundo. Enseguida se ganó el favor de muchos críticos y de buena parte del público pero no era considerado un actor de mérito. Sin embargo el talento de Eastwood fue aflorando después consolidándose como uno de los Grandes, con mayúscula, de la Historia del Cine.

Harry el ejecutor es, sin embargo, la más floja de esta saga, muy lejos de la primera y tampoco al nivel de las demás. Trata la historia de costumbre, el rudo y malhumorado personaje de Callahan deberá enfrentarse a delincuentes violentos y absolutamente indeseables, tomándose con frecuencia la justicia por su mano y aplicando dosis salvajes de violencia. El personaje, mitad héroe valiente y mitad outsider, fuera del Sistema, incluido el propio estado de derecho o la presunción de inocencia. Muchos han criticado siempre al personaje como un apologeta de la violencia, incluso del fascismo.

Lo cierto es que en Harry el ejecutor, Callahan vuelve a mostrar su particular "estilo" en su profesión, sus malos modos, aparentemente justificados por sus rivales abyectos y miserables a más no poder y, en este caso concreto, además su misoginia cuando le unen a una mujer policía, interpretada por Tyne Daly (actuación francamente "mejorable", todo hay que decirlo) como compañera de andanzas.

Quizá lo peor de esta cinta sean los villanos, muy setenteros, con cintas en el pelo y look que hoy se nos antoja démodé y modos y maneras extremadamente rechazables y crueles. Se trata de un grupo terrorista, malvado ad nauseam que naturalmente es "motivador" para nuestro querido Harry y su enorme pistola (símbolo fálico irremediablemente para el personaje, todo un icono).

Encontramos un alcalde hipócrita, jefes policiales mezquinos, prensa a menudo sensacionalista y algún que otro torpe en el camino de un Harry Callahan que siempre parece tener razón en medio de este ambiente hostil y lleno de incomodidades para él.

No sería justo decir que Harry el ejecutor es una película aburrida. En absoluto. Quien tenga ya a Harry (el sucio) en su iconografía de personajes idolatrados o simplemente disfrute habitualmente de pelis de policías y criminales con buenas dosis de acción, tiros y explosiones y diálogos agresivos, seguro que pasará un buen rato viendo esta película.