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España España · Madrid
Voto de Luth:
8
Comedia La seductora Princesa Dala (Claudia Cardinale) llega con su preciosa “pantera rosa", una magnífica joya en forma de felino, a un lujoso hotel, en el que conoce al elegante y amable Sir Charles (David Niven), bajo cuya inofensiva apariencia se oculta, sin embargo, un despiadado ladrón profesional conocido como “el fantasma”. De impedir que el astuto delincuente se salga con la suya, se encarga el inspector más torpe de la policía ... [+]
15 de mayo de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es importante aclarar, para que no haya confusiones que La pantera rosa (Blake Edwards, 1963) fue, es y será una comedia, no una película de humor, ni un conjunto de sketches ni ninguna otra etiqueta que queramos atribuirle.
Mucha gente, sobre todo hoy en día, pretende darle a esta legendaria película, un papel que no le corresponde, más atendiendo a los deseos del crítico que a su propia naturaleza. Muchos esperan disfrutar de hora y pico de continuas carcajadas o de alguna farsa burlona, incluso de una historia con mensaje. La pantera rosa no va de eso. Es una película del '63, cine de verdad, que cuenta una historia (cómica, eso sí), con unos personajes que están al servicio del argumento. No es el argumento el que se acomoda a la supuesta vis cómica de los actores. Si no se acepta de antemano esta premisa, la película defraudará las erróneas expectativas del visionado.

Y es una comedia en sentido literal. Cito a don Ramón María del Valle Inclán: "El autor contempla a sus personajes como fuerzas superiores gobernadas por el destino, en el espacio de la comedia "autor y personajes conviven, el primero como titiritero y los segundos como marionetas", que incluso pudiendo llegar a situaciones esperpénticas,​ se muestran como seres libres, dueños de su propio destino y por tanto, capaces de conducir el hilo de la trama (a veces muy enmarañado) hacia un desenlace feliz. Esa libertad esencial que impregna el género hace de la comedia el paraíso de la versatilidad, la sorpresa, la genialidad, los cambios de ritmo y el disparate."

En una comedia los hechos narrados deben estar engarzados perfectamente (si no, serían sketches) formando un continuo. Construyen la historia narrada. Y en ella hay numerosas situaciones divertidas, mordaces, puede haber humor pero este humor surge de la historia, no la historia de un humor pre-planificado.

Habrá quien se pregunte cómo una película "así" ha dejado tanta huella en la Historia del Cine y en la Cultura. Una serie homónima de televisión de dibujos animados incluso más mítica si cabe que la propia cinta de Edwards, remakes, imitaciones infinitas... hasta un famoso bollo que llevan comiendo los niños españoles desde hace décadas (y no solo los niños).

La historia que se nos cuenta es banal, ingenua, sencilla. ¡Naturalmente! Una comedia puede tratar temas sesudos pero no es lo que pretende. Está para hacer pasar un buen rato al público, sin las prisas de hoy en día pero sin pausa.

Los que tenemos una edad y hemos ido a muchas, pero muchas, sesiones en algún cine, oliendo ese aroma mágico y misterioso del celuloide, ese "olor a cine" (que algunos necios confunden con los productos de limpieza usados por razones obvias en un espectáculo público) recordamos que antes de muchas películas, aparte del NO-DO, publicidad, etc se incluían frecuentemente pequeños episodios de la serie de dibujos animados, que algunos veíamos por primera vez en color pues La pantera rosa era gris en nuestra viejas televisiones.

Reconozco que no es una comedia redonda. Es cierto, las ha habido mejores, incluso en la propia saga de La pantera rosa pero esta es la pionera. De aquí surgió todo. Surgió la idea y sobre todo, la inspiración. Hoy no existirían cómicos como Mr. Bean, Benny Hill, Pepe Viyuela y un larguísimo etc sin la pauta del maestro Peter Sellers. Sí, hubo "patosos" que nos hicieron desternillarnos de risa ya desde los albores del propio Cine pero Sellers y su personaje del Inspector Clouseau han escrito el ritmo, el ejemplo, el mejor. No todo el mundo tropieza con una mesa o con cualquier otro objeto y nos hace reír como él. Son los gestos, la mirada, es el talento de un genio.

No podemos olvidar la música de Henry Mancini, esa sintonía vacilona, dulce y comunicativa, repleta de golpes de efecto, perfecta para esta comedia. Ese saxofón maravilloso, ese ritmo de platillos, el contrabajo...

La Pantera rosa tiene varias escenas no superadas ya nunca más en ninguna comedia de enredo: la de David Niven y su "sobrino" Robert Wagner escondiéndose en la habitación del matrimonio Clouseau-Capucine (a quien los vestidos entallados le sentaban mejor incluso que a la absoluta reina de la elegancia en el Cine: Audrey Hepburn ¡Y ya es decir!), la de la fiesta de disfraces con dos gorilas o la del señor de la trattoria que observa impertérrito la surrealista persecución de coches.

La pantera rosa es imprescindible. No hace falta que te guste. Solo ¡procura verla!
Luth
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