Gran y vibrante película sobre un hombre obsesionado con grabar imágenes. Especialmente si muestran algo de terror en ellas.

El actor es muy bueno. Te convence como joven pusilánime y sensible pero también como inquietante mirón con un lado oscuro.

La música es una maravilla. La mayor parte es un solo de piano de jazz con mucho estilo que encaja perfectamente con las imágenes. Es oro puro.

La fotografía es buena y se juega bien con los colores, las miradas y los ritmos. Las escenas a través de la cámara de Tom tienen un extra: Tienes la extraña sensación de ser cómplice de él.

Gran ambientación de la calle de Londres, de la casa y del negocio dónde hace fotos. Precioso equipo fotográfico el que lleva durante toda la película, por cierto.

Sí que hay terror en la historia, pero un terror muy elegante. No se muestra absolutamente nada pero se insinúa todo. La aparición de la inocente vecina dispuesta a redimirlo sólo hace que te estremezcas más...su participación nos servirá para conocer más de él y el porqué de su comporamiento.

Vibrante final a la altura del loco enamorado de su obra.

Un gran film que envejece muy bien.