Buen thriller patrio con elenco internacional de nivel.

La película es original, interesante, excitante, con intriga y algunas escenas espectaculares.

El guión es original, tiene varios y buenos giros que te van descolocando y te engancha enseguida. El inocente envuelto en un malentendido (típico de Hitchcock) pasa por la desaparición (Alarma en el expreso), el asesinato, el tráfico de drogas, el secuestro, la corrupción... y todo ello en el marco claustrofóbico del tren Transiberiano (Asesinato en el Orient Express). Lástima que el final carezca del pulso del que hace gala durante toda la película.

La dirección es, básicamente, buena. Realista y con un cierto toque de documental de viajes. No es para menos: entre los impresionantes espacios abiertos, las imágenes del tren y la descripción de la sociedad en la Rusia profunda hay mucho material interesante que filmar. La descripción de la sociedad rusa se deja ver también en las imágenes rurales y en varias conversaciones. Acertada manera de conocer el alma de un país.

Buen elenco de actores de primer nivel: Especialmente convincente está Emily Mortimer, con esa mirada entre la tristeza y la debilidad. Harrelson, lo clava como tipo honesto y un poco pánfilo. Kingsley, lo hace muy bien; con su rostro y su mirada inquietante consigue convencer en su papel.

Buenas escenas de acción que llegan a tiempo. Cuando la intriga se va aclarando, la manera de que el espectador retome el interés por la historia son los giros espectaculares y los choques/explosiones/persecuciones.

¿Y el final? Pues, con diferencia, es lo peor de la película. Rápido, atropellado y con ganas de terminar ya todo. ¿Pero, por qué? Con lo emocionantes que han sido estas dos horas viajando por Siberia...