Entretenida cinta Bond dónde aparece el legendario Aston Martin lleno de artilugios.
Hay malos muy malos, mucho artilugio sesentero, mujeres hermosas, acción y algún martini agitado. A eso veníamos, ¿verdad? Pues lo tiene. Y ya. Su mayor encanto es, a la vez, su mayor defecto: es exagerada, es kitsch, es superficial y naïv.

Se ve con simpatía y el inevitable paso del tiempo la hace más interesante. ¡Cómo ha cambiado el cine de acción!

Las exageradas habilidades seductoras de Bond rozan el chiste de bar, ¿podrían haber sido más realistas?
Las escenas con féminas ye-ye son encantadoramente ridículas pero...¡tan tiernas! ¡Tan de guateque!

El quid de la cuestión para entender el desenlace es un giro arbitrario, increíble e inexplicado del guión. Rozando lo casposo. Es como la típica trampa al final en una novela de detectives: cuando de la nada aparecen personajes o se explican cosas. Lamentable.

Aún así, se ve con simpatía. Marcará el canon de las siguientes Bonds. Para ver peliculas realistas y espectaculares de espías tendremos que esperar: ¡Jason Bourne está de camino!