Larguísimo metraje dónde se suceden los cotilleos, infidelidades, desmanes y miserias de todos: criados y señoritos.

Es increíble que tengas que aguantar una hora y 20 minutos hasta que tenga lugar el asesinato. Mientras tanto, en un cansino tono sepia, te pones al corriente de marujeos que te dan igual y que no aportan nada a la historia. Sirve como descripción social de una época y de los abusos que muchos ricos perpetraban con sus trabajadoras más humildes. Además la ambientación es fantástica: trajes, decorados, coches, exteriores...

Al final el asesinato no tiene tanto protagonismo como hubiera sido deseable para salvar la película. Gracias a ello -de todas formas- se justificarán un par de sorpresas en el guión. Es verdad que se consigue sacar mucho partido a la situación y a los personajes, sacándoles a todos un doble uso que, por lo menos, es curioso y cubre el metraje.

El elenco de actores es impresionante y, la verdad, es que lo hacen francamente bien. Sin embargo el conjunto, cansa, aburre y no estimula en absoluto.

Si en vez de Altman, el director se llamará Smith, tendría una valoración más ecuánime que la que ostenta este film ahora mismo.

Se nota que la serie Downtown Abbey bebe de este proyecto. Dosificando las peripecias de criados y señores a lo largo del tiempo, también pueden cubrir unas cuantas temporadas. Amén de la presencia en ambas de la incombustible Maggie Smith.