Vista hoy la película, dos décadas después de su estreno, sigue cautivando por la fuerza de las historias que se cuentan por el cómo se cuentan y porque su visionado nos remite a temas de plena actualidad.

Una de las grandes bazas de la película es el gran guión basado en la novela de Fannie Flagg y adaptado por ella misma junto con Carol Sobieski. La estructura del film se vertebra a través de dos historias: por un lado la protagonizada por Idgiey y Ruth, ambientada en la Alabama de los años 20, y por otro la que nos cuenta la transformación personal de Evelin sin duda inspirada por las protagonistas de la primera historia.

Ambos relatos se complementan perfectamente, si bien el primero tiene un mayor desarrollo tanto en la duración del mismo, como en el desarrollo de personajes, así como la temática tratada en unos difíciles años 20 donde se vulneraban sistemáticamente derechos fundamentales como el de la igualdad por razón de raza y sexo entre otros; el segundo relato sirve de perfecto contrapunto dramático ya que la historia de Evelin nos presenta la reivindicación de los derechos de la mujer desde un punto más distentido y en ocasiones muy cómico, aunque no por ello de menor calado y profundidad.

La fuerza de la historia se ve perfectamente acompañada por una cautivadora banda sonora de Thomas Newman que nos envuelve con unos temas muy sugerentes que tienen la capacidad de matizar sin estridencias ambas narraciones.

La dirección de Jon ayven es correcta, sin gran alardes pero pragmática y las interpretaciones de las protagonistas logran emocionar. Sus personajes logran colarse en las rendijas de nuestras emociones y nos transportan a dos Alabamas llenas de melancolía y esperanza.

Mientras escribo estas últimas líneas siguen resonando melodias que me evocan al universo de "La encantadora de abejas".