Al llegar a las salas de cine, contemplé con asombro que una inmensa cola se había formado en las puertas del mismo. Fue entonces cuando caí en la conclusión de que, al ser el último día de la fiesta del cine, no me iba a resultar posible visualizar esa otra gran joya del cine culto de nombre "Annabelle". Aunque la señora situada delante mía confirmó mis ideas de una forma rotunda al decir por el móvil (seguramente a otra persona situada más adelante en la cola) "¿Cómo, que solo quedan dos entradas para Annabelle y que son en la primera fila?. Me desmotivé. ¿Pero algo había que hacer no creen? Estaba diluviando fuera y mis colegas habían hecho un colosal esfuerzo por venir al cine, y para más inri habíamos venido en el coche del que más ganas tenía de verla (el cómo aparcamos requiere otra crítica aparte).
Al aguardar cola llegamos finalmente al punto venta de entradas donde nos atendió una bella señora la cual automáticamente y sin mediar palabra alguna nos mostró en la pantalla de su ordenador la nula disponibilidad de asientos para la película Annabelle, creo que seguramente lo hacía porque todo el mundo preguntaba por la misma película. Generalizó. Pero no se equivocaba, pues yo, al igual que el resto de la gente que allí se encontraba, también venía para ver la citada película de culto. La hora era otro de los pequeños inconvenientes que existía, y digo pequeño porque yo sabía con creces que TODAS las películas de las cartelera habían comenzado, como mínimo, hacía diez minutos. Así que mí pregunta para la bella señora fue "disculpe, ¿hay alguna película que haya comenzado hace poco?", a lo que me respondió "sí, La Montaña entre Nosotros, ha comenzado hace diez minutos", a lo que dije "vale, tres para esa".

Al subir las escaleras hacia la sala 9, donde se proyectaba esta futura premiada película, el suave y delicioso aroma de las palomitas recién explotadas en el perol de la máquina del puesto de golosinas nos cautivó, y por decisión unánime compramos una gran caja de esos espléndidos frutos secos, pero no sin antes echarle unas cuantas dosis de sal de mantequilla por encima para potenciar su radiante sabor. Si todavía no habéis hecho esto que estoy diciendo, merecéis la más larga e inquebrantable de las condenas en prisión.
Entramos en la sala y nos sentamos en nuestros respectivos asientos, cuando caí en la cuenta de que yo, debido al ansia de querer visualizar una de las películas del año, no caí en la cuenta de que tenía ganas de ir al servicio, así que me levanté y salí de la sala en dirección al baño cuando, inesperadamente, oigo que las señoras que me habían atendido las palomitas estaban diciendo "tiene cojones la gente entrando siempre a última hora y con prisa, estoy harta ya de que hagan siempre lo mismo", ¿lo diría por mí? sinceramente no me importaba lo más mínimo, mis preciadas palomitas con sal de mantequilla me estaban esperando impacientemente...

Una vez dentro en la sala, me dispuse a visualizar la película junto a mis colegas. Cuando lo que logro ver es que dos personas (Idris Elba y Kate Winslet) y un perro están luchando por sobrevivir en medio de las montañas nevadas por un accidente de avión que les ha dejado en tierra, y que llevan una muy buena relación de amor-odio durante el film, todo esto cargado de un buen número de clichés amorosos que la situación de supervivencia requiere. Hasta que...(sigue en spoiler).