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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de Travisloock:
9
Drama Francia, siglo XVIII. La perversa y fascinante marquesa de Merteuil (Glenn Close) planea vengarse de su último amante con la ayuda de su viejo amigo el Vizconde de Valmont (John Malkovich), un seductor tan amoral y depravado como ella. Una virtuosa mujer casada, Madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer), de la que Valmont se enamora, se verá involucrada en las insidiosas maquinaciones de la marquesa. (FILMAFFINITY)
21 de agosto de 2008
51 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo una teoría con la que me valgo para enjuiciar a los profesionales a los que me acerco a requerir sus servicios- sí, los prejuicios; ahí están-: Según lo apocados, lo taciturnos, lo antipáticos e incluso feos que sean, mejores profesionales serán. Este principio lo baso en una lógica, a mi juicio aplastante e irrefutable, que es la siguiente: Si para un puesto de trabajo, el que sea, un patrón o empresario ha de elegir entre dos candidatos, siempre que los dos sean igual de competentes elegirá al más simpático, al más extrovertido o más carismático; y siendo así, un profesional con “don de gentes” que ofrezca un 100, en el más justo de los casos, sólo será despojado de una plaza o empleo por un candidato “gris” que ofrezca 101. Naturalmente, a día de hoy, donde en una empresa privada ser “vendedor” es un valor en alza, ese candidato “gris” tendría que ofrecer 110, 120 o incluso 150. Dicho esto, no les extrañará que les diga que yo le confío “ciegamente” mi salud a un médico de la sanidad privada de aspecto triste y anodino: pienso para mis adentros “tiene que ser la leche”.

El carisma se me antoja de esta manera una virtud poderosísima; un valor comodín y camaleón que le hace a su poseedor –a los ojos de los demás- más inteligente de lo que realmente es, más trabajador de lo realmente es; o incluso más bondadoso… que cuyas malas acciones merecen más indulgencia que otro que no lo posea.

Pedimos al cine, o a las historias, personajes que sean paradigma de una imagen. No entendemos un científico que no tenga los pelos encrespados de loco ni sus enormes gafotas, una princesa fea y gorda se nos escapa al raciocinio; e incluso, podríamos afirmar que la imagen de Brad Pitt es la idónea para encarnar a Aquiles, entendiendo por idónea que Homero estaría satisfecho con dicha elección. Sí, sin duda el actor ha de ser carismático y poseer en su caracterización el “tópico” que andamos buscando. Lo gracioso es que ahora también, buscamos en los hospitales la imagen formada en la mente a golpe de historia o película o serie televisiva: el Clooney o el Dempsey; las rubias con bañadores rojos vigilantes en las orillas de las playas.

John Malkovich no tiene tantas películas o papeles geniales. A lo más de secundario, malote y taimado, que se la intenta jugar al Eastwood o incluso a Cage. Pero fue el Vizconde de Valmont. Está calvo, ya lo estaba cuando hizo esta película, tampoco tiene una gran planta; pero todos estamos seguros viendo la película, que él -o ellos- es el amante de vida más ajetreada en ese Paris del millón de cortesanas. Vamos, el “Rey de copas”.

-Como todos Charlie Kauffman, como todos.
Travisloock
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