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España España · Badajoz
Voto de Orlok:
1
Terror. Romance Seed of Chucky presenta a Glen, el hijo huérfano del irresistible Chucky y de su retorcida esposa Tiffany. En Hollywood se prepara una película acerca de la leyenda urbana de sus sanguinarios padres y Glen aprovecha para resucitarlos. Pero las relaciones familiares son todo menos perfectas cuando Glen descubre que Chucky y su deliciosa Tiffany se han lanzado a una carrera tan infernal como criminal. Chucky no acaba de creerse que su ... [+]
11 de agosto de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1998 La novia de Chucky (Ronny Yu) supuso un acertado y necesario viraje de la saga Child´s Play (Muñeco diabólico en España) hacia un humor negro más macabro y un terror gore, con una renovada estética "noventera".
La semilla de Chucky, pretendida continuación de las aventuras conyugales del muñeco Good Guy y Tiffany es un despropósito de dimensiones considerables.
Los risibles títulos de crédito donde vemos el movimiento de unos espermatozoides realizados con una patética animación 3D nunca vista desde el final de Los Chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984 ) sólo son un anticipo del espectáculo de vergüenza ajena que se avecina.
Si bien en La novia de Chucky disfrutábamos de un maravilloso homenaje cinéfilo cuando Tiffany en la bañera contemplaba emocionada La novia de Frankenstein (James Whale, 1935) mientras su adorado muñeco se disponía a hacer los propio para convertira en su amor inmortal, en esta ocasión los pretendidos "guiños" o "parodias" cinéfilas a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) , El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980) o incluso al mismísmo Ed Wood (con la sexualidad ambigua del vástago de la pareja, Glen or Glenda, especie de marciano que parece rescatado de la pandilla de extraterrestres de Cola Cao) no son más que un insulto a cualquier amante del género que se precie.
Tópicos horrorosos como el de un mapa marcando la trayectoria del pequeño Glen desde las Islas Británicas a E.E.U.U así como unas actuaciones pésimas y diálogos a años luz del ingenio de su predesora ("La violencia no es mala, lo malo son los...violines") marcan el ritmo de este abominable bodrio.
Tan sólo la turgente exuberancia de Jennifer Tilly marca los dos motivos por los que alguien podría acercarse a este engendro donde los mismos muñecos diabólicos tiene un aspecto que nos remite más a la cutrez de un juguete de propaganda en una caja de cereales que al imaginario del mejor terror slasher de los 80.
Orlok
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