Impresionante la forma de captar la naturaleza, los colores, los sonidos de los animales... nunca había visto nada así. Hay secuencias impactantes como un tiburón blanco gigantesco que sale completamente del agua con una foca entre los dientes o un grupo de grullas que atraviesa las cumbres del himalaya. La música es preciosa y acompaña muy bien a las imágenes. Los planos de cataratas... sin palabras... Merece la pena verla, y sentirla. Se evita plasmar la muerte de los animales (típicas imágenes de leones zampando gacelas) pero la película es cruda a la hora de mostrar el destino en la vida salvaje de una forma más sutil. La narración cubre un año en la tierra, en diferentes escenarios, algunos más deconocidos para el público en general, como la taiga. Las cámaras muestran una gran definición y pueden contemplarse detalles nunca vistos. Además queda claro que la vida natural es aún más dura y peligrosa por los efectos del cambio climático y el espectador se conciencia del problema.