Robert Redford se despide con una cinta que prácticamente es un homenaje a su carrera, una última sonrisa, un último atraco de la mano del director David Lowery y uno de los mejores actores de los últimos tiempos, Casey Affleck.

David Lowery es un cineasta con películas muy distintas en su haber, desde cine tan convencional como "Peter y el dragón" hasta películas tan de autor como su reciente "A Ghost Story", también con Casey Affleck. La dirección de Lowery aquí es pulcra y detallada con una imagen casi con granulado y unos planos que hacen a uno que recuerde el cine de los 60's y 70's, supura cine clásico y sobre todo, amor hacia la carrera de Robert Redford.

Toda la historia está impregnada con un toque de Jazz y unos temas musicales que hacen que si la película es corta de por sí, la música y el montaje tan bien logrado crean una pequeña joya en bruto que logra un conjunto excelente para ensalzar por última vez a un actor que es pura leyenda del cine. Casey Affleck tiene un papel bastante menor, y aunque el detective al que interpreta no interesa en cierta medida no logra cautivar al espectador, aunque Affleck como siempre está antológico y obviamente no tiene la culpa de su poco tiempo en pantalla.

No es para todo el mundo ya que no tiene casi acción más que unas pequeñas persecuciones, aun así la elegancia con la que están rodadas estas denota una armonía y una parsimonia en ella que nos recuerda a la forma de dirigir de otros directores legendarios como por ejemplo Sydney Pollack. No es perfecta, el final es apresurado y le hacen falta quince veinte minutos de duración para que hubiera tenido una mejor cohesión de los personajes, pero cuando llega el final y vemos a Redford por última vez en la pantalla grande, simplemente debemos levantarnos y aplaudir.