Lo catastrófico de esta serie no solo es la base del guion: una nave de guerra de tres siglos de antigüedad, sino también algunos de los personajes colocados con calzador con el objeto de crear nudos narrativos cuando fallan las ideas, todo ello sumado a la repetición de escenas para abaratar costes. El buenismo del capitán Dylan y el pendenciero histriónico Tyr llegan a resultar cansinos después de ver un par de temporadas. Por otra parte, el concepto de héroe herculino que denota el personaje principal resulta tan anacrónico como el vejestorio de nave con el que pretenden conseguir una organización militar (Mancomunidad), tal como si un piloto de un caza Fokker de la I Guerra Mundial se empeñase en crear una fuerza aérea internacional del s. XXI. Como el objetivo principal es ganar batallas, los desenlaces están como a medio acabar y la mayoría están forzados para el final feliz. Al dejar únicamente la parte bélica como generador de situaciones, los guionistas han penetrado en un jardín de cardos lo que les lleva a generar situaciones cada vez más asombrosas (en el peor sentido). En definitiva, una serie cansina con personajes al que se les agota las posibilidades bélicas. La califico con un cinco por una digna actuación de los actores involucrados y como apoyo a los films Scfi.