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Voto de Fernando Puertas:
5
Fantástico. Drama El Tío Boonmee sufre una insuficiencia renal aguda y decide acabar sus días entre los suyos en el campo. Sorprendentemente, los fantasmas de su mujer muerta y de su hijo desaparecido se le aparecen y lo toman bajo sus alas. Mientras medita sobre los motivos de su enfermedad, Boonmee atraviesa la jungla con su familia hasta llegar a una cueva en la cima de una colina, el lugar donde vino por primera vez al mundo. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de Uncle Boonmee... no reside en sus eternos planos, algunos de los cuales no pueden ser más bellos y con cuya resolución (cámara fija y que los actores actúen) yo mismo estoy de acuerdo, sino en la falta de una estructura narrativa y en la total ausencia de conflicto mínimamente identificable. La película no es aburrida, al menos no tanto como uno, como buen occidental colonizado por los valores yanquis, podría esperar de una producción tan exótica. Es sabido que, por lo general, las películas asiáticas poseen una naturaleza más contemplativa que lo que se hace en Occidente, y que no podemos acudir a ver un filme de estas características como quien va a ver a James Bond luchar contra el mal. Cuando uno se planta en una butaca de un cine en VOS (¿la película se ha doblado siquiera?) a ver Uncle Boonmee... sabe que va a ver una gafapastada monumental, y que por lo tanto debe estar preparado.
Weerasethakul nos presenta un cuento muy espiritual, demasiado, donde la naturaleza, el ser humano y las demás especies animales se conectan entre sí para dar lugar a la vida. La película muestra al tío Boonmee (Thanapat Saisaymar) en sus últimos días de vida, que ha ido a pasarlos a una casa de campo con su familia. Se presenta el choque entre lo artificial y lo natural, con una realización que en más de una ocasión deja mucho que desear (planos e incluso escenas enteras que no vienen a cuento y que por lo tanto sobran), y ante la cual al espectador no le queda otra más que tomárselo a risa.
La película posee una importante carga de surrealismo que no es baladí, y que, por qué no decirlo, en algunos momentos acojona. La interpretación de los actores, el hecho de que hablen como si se hubiesen fumado un porro, acompaña a ese ritmo tan pausado, de cuyo letargo únicamente salimos con las ya mencionadas dosis de surrealismo y con algún que otro diálogo con una pizca de gracia.
Estaré influido por la crítica, o quizá sea por temor a llevarle la contraria al jurado de Cannes, que de cine entienden más que yo, pero como ya digo la película no es tan insufrible como muchos dicen, se deja ver y hasta puede hacer reflexionar, pero que Weerasetakul no cuente conmigo para la próxima.
Fernando Puertas
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